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Alfredo Lozano Castro

Conservación del patrimonio edificado

La asignatura de Conservación del Patrimonio Edificado, orientada a introducir al estudiante en la conceptualización de la cultura y patrimonio en general y del patrimonio edificado en particular; así como, las principales tendencias filosóficas, históricas y teóricas de la conservación patrimonial, principios y criterios de conservación preventiva y conservación integrada del patrimonio para resolver problemas o potenciar actividades arquitectónicas, urbanas y sociales, en los asentamientos humanos con carga y espacios históricos, indudablemente representa una oportunidad para repensar la arquitectura como producto cultural y el enfoque tradicional del patrimonio edificado que pone énfasis en los monumentales complejos arquitectónicos, principalmente religiosos que aparecieron durante el período colonial, invisibilizando el patrimonio arquitectónico andino, producto de la forma de ver y entender el mundo de las naciones originarias que durante milenios se han expresado en el extenso marco geográfico de esta región del subcontinente. 

Desde esta perspectiva, parece oportuno la revisión de los diversos enfoques teóricos e innovadoras técnicas para la conservación y restauración del patrimonio edificado, cuyas primeras preocupaciones por el objeto arquitectónico, han dado paso a la consideración del espacio público y entorno urbano, pasando por la valoración de la arquitectura popular, las manifestaciones tangibles e intangibles de los pueblos, y últimamente el énfasis en el paisaje histórico cultural, lo cual, abre las puertas a la renovación e inclusión del patrimonio cultural andino, pues en los países andinos, existen ciudades (Quito, Cuenca, en Ecuador; Cusco, en Perú; y Tihuanaku, en Bolivia), que han sido declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad; todas ellas herederas de una tradición milenaria, cuya concepción del uso cultural del espacio y del entorno circundante, así como, del trazado de los antiguos centros poblados, construidas muchos siglos antes del arribo español, según preceptos propios de las culturas andinas, han sido soslayados por el enfoque parcelario de los centros históricos. Frente a esta situación, es necesario incluir nuevas interpretaciones del patrimonio cultural y natural, que tengan en consideración el legado cultural de las naciones originarias, y sus múltiples manifestaciones tangibles e intangibles, que dan sentido y fortalecen la identidad de los pueblos renacientes. Además, es necesario la incorporación de nuevas tecnologías de difusión, conservación y recuperación del patrimonio cultural que han tomado auge en estos últimos años. 

La cultura entendida como el universo simbólico creado por el ser humano para poder desarrollar en él su existencia, deviene en la máxima expresión creativa de una comunidad, pueblo o nación, que desde la antigüedad se expresa en la lengua (idioma), un conjunto de costumbres, un sistema organizador de las representaciones contenidas en la conciencia social (mitología, religión y filosofía) un sistema tecnológico; las manifestaciones artísticas y arquitectónicas (hábitat y vivienda), una forma propia de concebir el espacio de acuerdo a sus formas de ver el mundo (episteme), organización social, conocimientos y avances técnicos, en tal o cual período de tiempo, una dieta alimenticia. etc. Los pueblos y naciones, además, se relacionan con un territorio, esto es, con una naturaleza específica, y es justamente esta relación la que interesa precisar en la conceptualización del Patrimonio natural y cultural; borrar parte de su historia y de sus tradiciones culturales puede ocasionar un grave desconcierto respecto de los valores que había creído tan firmes como propios. 

En el ámbito del Patrimonio cultural andino que hemos heredado, desgraciadamente, los estudios que se han realizado sobre sus edificaciones arquitectónicas, templos, pirámides, etc., (presentes en los vestigios arqueológicos); manifestaciones del arte: cerámico, orfebrería, textil, lítica (depositadas en los museos nacionales e internacionales); costumbres y tradiciones (prácticas festivo rituales, y otras), han sido mal interpretadas. Al parecer, no se han captado los grandes principios de su forma de ver y entender el mundo, que los han inspirado, a sus creadores; la mayoría de los estudios están en efecto basados en rígidos enfoques muchas veces encorsetados en abstractos esquemas y modelos de análisis, en los cuales no existe ni siquiera la preocupación de otros posibles procesos de conocimiento que no sean «científicos» en el sentido moderno y, por consecuencia, racionalista, es decir una epistemología ajena a nuestra realidad cultural. El resultado es que gran parte del patrimonio cultural andino, es casi desconocido y está ausente en los pensum de estudios en los distintos niveles educativos. 

En este contexto, es necesario incorporar en la enseñanza de los valores patrimoniales la heredad natural y cultural procedente de las naciones originarias, de manera que proporcionen los fundamentos para propiciar su renacimiento cultural y fortalecimiento de su identidad. Al respecto, surgen algunas interrogantes: ¿Cómo entender el sentido original de nuestra heredad patrimonial?; ¿Cómo despertar en los jóvenes el aprecio por sus valores culturales, individual y colectivamente?; ¿Cómo ampliar la visión del patrimonio cultural, ahora preocupado por lo edificado? ¿Qué podemos incorporar de las nuevas tecnologías para la difusión y recreación del patrimonio arqueológico?. Sin duda, las respuestas a estas interrogantes pasan por la inclusión y reconocimiento del patrimonio cultural nativo desde su propia cosmovisión, pues una educación integral demanda, no sólo la instrucción en un oficio o profesión, sino conocer y amar la cultura del pueblo al que se pertenece, con lo cual se apunta al fortalecimiento de la propia autoestima del individuo y de la sociedad a la que pertenece. 

El empeño en esta tarea, requiere poner especial atención al Patrimonio cultural andino y su recuperación desde su propia forma de ver y entender el mundo, por ello es pertinente incorporar trabajos de investigación en las ciudades patrimoniales ecuatorianas; o tareas sobre propuestas de itinerarios histórico culturales en los centros históricos (caso de Quito); así como, la valoración de los diversos oficios artesanales y sus técnicas para conocer su proceso de elaboración y practicar en la creación de objetos artesanales. Sin duda, en estos tiempos de la era de la información, resultan imprescindibles las Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación aplicadas al Patrimonio Cultural, pues permiten la incorporación de nuevos temas como: las Plataformas de nuevas tecnologías aplicadas a la conservación y difusión del Patrimonio; centros de interpretación, museos virtuales; métodos de levantamiento del patrimonio edificado como uso de drones; Patrimonio y Arqueología de la Arquitectura, para la reconstrucción 3D de complejos de edificaciones, entre otros. Todas estas tareas deben organizarse con los estudiantes, a través de trabajos autónomos individuales (lecturas de textos e investigaciones), trabajos autónomos grupales (lecturas de textos e investigaciones), y trabajos grupales prácticos e investigaciones en determinadas temáticas. 

A continuación, se evidencian las tareas que han sido desarrolladas con los estudiantes en el presente curso de la asignatura al calor del nuevo enfoque preocupado de conocer nuestra heredad cultural patrimonial. 

 Trabajo grupal de investigación: Arquitectura Vernácula en la región ecuatorial. 

Fotografías N° 1. Representaciones arquitectónicas tradicionales de la costa, sierra y amazonía ecuatoriana. 
Autores: Andrade Karen; Arteaga Jocelin; Castro Joffre; Ontaneda Lizbeth; Simbaña Erika.

 Trabajo grupal: Uso y aprovechamiento de las nuevas tecnologías en la conservación del patrimonio edificado. 

Fotografía N° 2. Levantamiento con drones y recreación virtual de edificaciones antiguas. 
Autores: Alexander Macanchi; Marcela Aguinda; Luis Sánchez; Dario Hernandez; Angel Pilaguano 
Fotografía N° 3. Oficios artesanales. Textiles de Otavalo. Autor: Joselyn Arteaga 

Conclusión. 

La concepción del Patrimonio Cultural y Natural, en un sentido amplio, es una urgente necesidad, como parte de la formación profesional del futuro arquitecto, si bien, se debe poner énfasis en el patrimonio edificado, considero amerita ampliar su enfoque a la Conservación del Patrimonio Natural y Cultural, acorde con la propia evolución de los enfoques sobre el Patrimonio Cultural, estipulado en los diversos acuerdos, cartas, declaratorias, de los organismos internacionales. La diversidad de culturas y patrimonio cultural es una fuente irremplazable de riqueza espiritual e intelectual para toda la humanidad; dicha diversidad existente en el tiempo y el espacio, demanda el respeto para otras culturas y todos los aspectos de sus sistemas de creencias, pues todas las culturas y sociedades están arraigadas en formas particulares y en medios de expresión tangible e intangible, que constituyen su herencia, y éstos deben respetarse. 

La cultura es un producto de las sociedades humanas siendo muy importante conocer la cultura del pueblo al cual se pertenece pues todas las culturas son valiosas, no hay culturas mejores a otras, solo diferentes entre sí. Una persona educada no es solo aquella que tiene estudios, sino también la que conoce y ama su cultura, que ama sus raíces, porque si una persona no conoce quien es y de dónde viene, anda perdido por el mundo, sin autoestima, dejándose llevar por modas pasajeras sin saber ni siquiera el porqué de aquellas. 

La vivencia del patrimonio a través de la participación en las celebraciones rituales, permiten la recuperación de los valores perennes de las culturas ancestrales, el sentido trascendente del ser humano, la organización comunitaria, base de la convivencia y principios éticos, ayuda a comprender los aspectos fundamentales de la naturaleza humana, individual y colectiva; es como un esquema de reflexión para hablar del ser humano y su heredad cultural, que se expresa en los símbolos y prácticas rituales que pueden dar un aporte muy valioso a la cultura contemporánea, y sobre todo tener consciencia que conservar el patrimonio es nuestra responsabilidad. 

El patrimonio cultural no es producto de la voluntad, de la imposición o de la moda. Es un producto colectivo material e intangible que aflora después de un largo, continuo y sofisticado proceso de decantación en el que, por consenso implícito, sin exclusiones, se reconoce la sociedad y lo tiene como referencia imprescindible de identidad. 

La malla curricular, no sólo debe atender a la instrucción técnica para la práctica de un oficio, sino también enfocar los aspectos de la cultura a la cual se pertenece y los futuros profesionales deben contribuir a resolver sus necesidades. Por ello, el enfoque del Patrimonio cultural además de brindar herramientas para realizar proyectos de intervención patrimonial, debe apuntar a que los estudiantes entiendan y valoren sus raíces culturales (lengua, prácticas festivas vinculadas con los fenómenos astronómicos, saberes ancestrales), y profundo sentido espiritual que ello implica para que se sientan orgullosos de su ser, tengan autoestima e identidad que son insumos claves de la creatividad. En este sentido, debería estar en los semestres intermedios de la carrera para que los estudiantes incorporen estos conocimientos en el ejercicio de sus trabajos prácticos y diseño arquitectónico. 

Referencias bibliográficas. 

Arnold Denise Y. Espejo Elvira (2019). Ciencia de tejer en los Andes: Estructuras y técnicas de faz de urdimbre. ILCA, Instituto de Lengua y Cultura Aymara. La Paz. 

Artesanía Patrimonial. Oficios artesanales ecuatoriano. http://www.flacsoandes.edu.ec 

Lozano Castro Alfredo (2017). Recuperación del Patrimonio Cultural de las Ciudades Andinas desde una Epistemología propia. III Congreso de Conservacion del Patrimonio Cultural, Turismo y Medio Ambiente. UNACH, Riobamba. 

Urbano Henrique, (2000). Patrimonio Artístico Andino. Instituto de Investigación Facultad Turismo Universidad San Martín de Porres, Lima. 

ICOMOS (1987) Carta internacional sobre la salvaguarda de las ciudades históricas. Conocida como Carta de Washington. http://www. http://www.icomos.org/charters/ 

Rotea Rebollo Blanca (2011). La Arqueología de la Arquitectura. LaPa (Laboratorio de Patrimonio), CSIC. Santiago de Compostela. 

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Concepto del espacio arquitectónico andino

De la Waka a la Urbe

Epistemología del Espacio Simbólico

“Conocer no es copiar objetos, ni tampoco crear la realidad, sino constituir el objeto de conocimiento organizando la información que se recibe en la intuición”.

E. Cassirer

Los estudios referentes al ordenamiento de centros poblados y tipologías arquitectónicas  de las naciones andinas, descubiertos por las excavaciones arqueológicas, así como, las transformaciones, o mejor transmutaciones de aquellos que sufrieron la fundación de ciudades y superposición de tipologías edificatorias procedentes de una distinta matriz cultural, carecen de un enfoque propiamente desde la concepción cultural del espacio andino[1], siendo una asignatura pendiente, por parte de los investigadores, en estas materias, que a todas luces, requiere de un enfoque innovador, que ponga atención, por una parte, hacia instrumentos básicos que den coherencia a estas expresiones y, por otra, se orienten a una rigurosa renovación conceptual metodológica y una ampliación de sus objetivos y de sus campos de estudio habituales. Empeñados en esta tarea, desde la aparición de los primeros estudios sobre la ciudad andina[2]: su forma, símbolo y significados; que nos abrieron un amplio horizonte, para indagar su relación con la Cosmología Andina[3], y entender su carácter cosmogónico, e implicaciones míticas, rituales y simbólicas, no hemos dado tregua. En esta ocasión, nos atrevemos a presentar un trabajo que creo proporciona más argumentos para circunscribir nuevos estudios, en esta misma dirección, a pesar que hemos tenido que sortear algunas dificultades, como el poco conocimiento de las lenguas nativas[4], que sin duda, están estrechamente ligadas con su pensamiento y filosofía.La formación académica que recibimos fue en idioma castellano, por tanto, la experiencia social académica está estructurada, y modelada, en el pensamiento occidental, lo que dificultó en principio la comprensión de un pensamiento que se expresa desde distintas categorías. Sin embargo, gracias a la comprensión de los mitos, símbolos y ritos, hemos encontrado el mecanismo para el entendimiento del pensar mítico-simbólico, y de la epistemología del espacio andino (arquitectónico), que ahora se comparte y pone a consideración del lector.

En el ámbito cultural andino, en estas últimas décadas, han proliferado los estudios sobre la configuración de centros poblados de menor y mayor complejidad[5], y sus manifestaciones arquitectónicas, a partir de  enfoques predominantemente histórico arqueológicos, que evidencian diversas fases culturales (catalogadas por los hallazgos arqueológicos de turno), a lo largo y ancho del continente sudamericano, (de forma particular de la antigua confederación del Tawantinsuyu), heredadas de la periodización cronológica propuesta, por determinados representantes de las escuelas de arqueología, que se han sucedido a través del tiempo, en nuestro ámbito territorial. Fases culturales, que han dado lugar a enfoques parcelarios basados en modelos teóricos interpretativos de procesos culturales de otras latitudes que pretenden ser universalizadas, utilizando un instrumental conceptual y operativo muy diverso, que presenta una panorámica descontextualizada de la propia disciplina arquitectónica y su realidad cultural.  Precisamente, el estudio de los centros poblados, que aparecen registrados en distintas crónicas coloniales; desde las “guacakuna”, centros sagrados o adoratorios; pasando por los pueblos o “llactakuna”, hasta las “cabeceras provinciales”, o guamaní, han tenido diversas interpretaciones, según el enfoque parcelario de los estudiosos de turno. 

En su gran mayoría los autores que han tratado sobre la configuración de los centros poblados y sus expresiones arquitectónicas, antes y después de la invasión española, las muestran desligadas entre sí, menos aún del proceso civilizatorio andino y por consiguiente de su legado cultural y formas simbólicas, (lenguaje, mitos, ritos, ciencias, artes y tecnología); que al parecer, no las consideran conocimientos dignos de ser tomados en cuenta, por tanto, las han desechado, o, no están interesados en conocer la información proveniente de otras fuentes, ni mucho menos, incorporar aquellas que consideran acientífica, carente de validez, según su formación particular, como la tradición mítico -simbólica, el arte en todas sus manifestaciones (cerámica, textiles, lítica, metalurgia); las prácticas rituales, que con motivo de las celebraciones de carácter astronómico (solsticios y equinoccios), se siguen practicando hasta la actualidad. Hechos que indudablemente, nos conducen a reflexionar sobre, la concepción cultural de los centros poblados, o ciudades[6], y por supuesto, la epistemología del espacio arquitectónico andino. Al parecer, la formación de los especialistas (de indiscutible capacidad en su campo), en las correspondientes disciplinas modernas: historia, arqueología, antropología, sociología, filosofía, etnología, economía, urbanismo, arquitectura, etc., según un modelo universal y paradigmas científicos que niegan los conocimientos que se expresan desde otros supuestos y realidades; impiden, acercarse a las formas de ver y entender el mundo de las naciones originarias, pues se basan en determinados presupuestos considerados tan evidentes que nunca se cuestionan, o no son conscientes de que sus disciplinas, siguiendo a J. A. West (1991)[7], se sustentan en los presupuestos siguientes: 

  • Que la civilización y por tanto el progreso de la sociedad, se inició con los griegos, que inventaron la filosofía (especulativa) y ciencia racional; y que sin ellas no hay auténtica civilización;
  • Que la ciencia racional y las disciplinas en ella basadas constituyen los únicos instrumentos válidos para llegar a la “verdad objetiva”;
  • Que bajo la égida de la civilización occidental la humanidad ha progresado significativamente en relación al pasado; es decir, que la civilización actual ha implicado progreso y que este es su medida y justificación directa; además, no hay nada que supieran los antiguos que nosotros no sepamos o comprendamos mejor.

Estos presupuestos han guiado el trabajo de gran parte de científicos y eruditos, que se han ocupado de la “ciencia americanista”, durante los últimos ciento cincuenta años[8]; como corolario, han permeado en todos los ámbitos de la educación. Nadie aprende otra cosa distinta en la escuela o en la universidad. Sin embargo, todos estos presupuestos, sustentados en un marcado acento colonial que considera a una matriz cultural, encarnada en el “viejo mundo” como la cuna y la aurora de la civilización y de las ciencias en general carecen de fundamentos, o son verdades a medias. Demostrar esto según las reglas académicas predominantes ha sido una de nuestras tareas, como se podrá verificar en todos los apartados de este estudio. En este sentido, interesa  en el presente trabajo, demostrar que las naciones originarias que estuvieron asentadas durante milenios en este territorio, conocido ahora como América Andina, lograron configurar una gran civilización, que se evidencia en la organización de sus centros poblados de menor y mayor complejidad, según una particular concepción del espacio y sus formas simbólicas, la Arquitectura, en diversos tipos y tipologías, sistemas y técnicas constructivas, las manifestaciones artísticas reflejadas en la cerámica, metalurgia, lítica, textiles, etc., por citar, los temas de nuestro quehacer investigador. 

Al respecto, se puede constatar que algunos académicos propios y extraños, que se dedican a su estudio, inventan explicaciones alejadas de los presupuestos civilizatorios andinos, manifestando que los antiguos pueblos que habitaron y habitan esta parte del continente, configuraban el “imperio inkaiko”, similar al romano o español, ignorando que este último, surgió después de la conquista y apropiación de las riquezas y territorios de estas naciones, cuyos gobernantes tuvieron una guerra fratricida, hasta el punto que el último inka, mató a su hermano, para adueñarse del poder, curiosamente similar a la historia entre Rómulo y Remo, y otros reinos europeos; habían grandes señoríos, regentados por caciques, a manera de los señoríos feudales europeos del medioevo; los centros poblados no llegaron al rango de urbe o ciudad; sus obras artísticas y arquitectónicas, han sido incomprendidas, por tanto no son consideradas como expresiones cultas, equiparables al arte del viejo mundo, ni a las construcciones como la acrópolis griega, o coliseo romano. Además, se casaban entre hermanos, (es decir, no tenían noción del incesto); habían élites guerreras y sacerdotales que dominaban a la sociedad; eran idolatras, adoraban el sol, rendían culto a la tierra, mediante sacrificios humanos, preferible niños; veneraban a los muertos, en momias; tenían un grotesco panteón de dioses, entre los que figuraban diversos animales, ignorando que el zodíaco astral, en las antiguas civilizaciones que los han ideado, está pletórico de ellos; y estaban desprovistos de ciertos conocimientos y avances tecnológicos, como el uso  de la rueda, las armas de fuego, determinado tipo de escritura, la religión verdadera, etc., llegándose, en algún caso, a manifestar, que vivían en permanentes fiestas, celebraciones y embriaguez. 

Sin embargo, la realidad es muy distinta, desde los cientos de evidencias arqueológicas de todo tipo, los numerosos centros sagrados en orden a una propia concepción del espacio, la grandiosa producción de Arquitectura monumental, las manifestaciones artísticas expresadas en la cerámica, metalurgia, lítica, textiles, etc, cuyas piezas de inigualable factura, adornan numerosos museos nacionales e internacionales en varios países del mundo, los conocimientos en diversas ciencias, técnicas y tecnologías, que expresan un alto grado de desarrollo cultural, han sido invisibilizados, discriminados e ignorados, principalmente en la educación de la juventud, abonando en el desinterés por conocer este legado. Huelga decir, que mostrar agravios comparativos, donde las culturas ancestrales andinas eran carentes de tal o cual “avance civilizatorio”, que se produjo en otras culturas, no sólo, atenta contra la autoestima e identidad de los pueblos renacientes, sino, que conlleva a la creencia ingenua de que gracias al encuentro con otra civilización de “mayor desarrollo”, dichos pueblos han progresado significativamente. Aunque, esto tampoco ha sucedido, pues la paupérrima situación, a la cual han sido condenados los sobrevivientes de las naciones originarias, y gran parte de la población, que se identifica como mestiza, cuya vacilante identidad, desconoce sus raíces culturales, producto del proceso colonizador, hoy están insertas en pésimas condiciones, en los Estados nación modernos que continúan el proceso de colonización y discriminación a sus formas de ser, ver y entender el mundo, iniciado hace alrededor de 500 años.

Desafortunadamente los juicios que ciertos eruditos consciente o inconscientemente, han proclamado y proclaman, en sendos estudios que desdicen el pensar original, menoscabando el legado patrimonial andino y sus distintas manifestaciones culturales, son repetidos sin criticidad, por diletantes e intelectuales desafectos a su cultura, siendo difundidos y enseñados en todos los niveles educativos (primario al superior), de nuestros países. Dichos juicios abonan en desacreditar su proceso cultural, dando lugar al posicionamiento de versiones que muestran a las culturales ancestrales, con una serie de carencias y desde un enfoque evolucionista, en un estadio de desarrollo inferior a las culturas invasoras, y si hacemos actos de fe, a todo este cúmulo de despropósitos antojadizos, que desdibujan y dejan en mal predicamento a las naciones originarias, resulta que no es necesario aprender nada de su legado cultural cuyo “bajo nivel de desarrollo” no motivan ningún interés por conocer dicho legado, lo cual, curiosamente no sucede con el pasado de los griegos o romanos. Entonces, frente a estos agravios comparativos que abundan en contradicciones, que impiden comprender el legado cultural andino, ¿Qué es lo que se debe hacer para visibilizar dicho legado desde una propia visión interpretativa? ¿Cómo contrarrestar la triunfante imposición de juicios mal fundados sobre el proceso cultural andino?; ¿Será que debemos cuestionar la aplicación de enfoques disciplinares basados en teorías o premisas defectuosas, cuyos resultados dejan en mal predicamento al proceso cultural andino, frente a otros procesos similares?. 

En el campo de la configuración de centros poblados y expresiones arquitectónicas, se constata la vigencia de enfoques histórico-arqueológicos exógenos que pretenden ser universalizados, a partir de la premisa que las culturas o civilizaciones deben transitar por los mismas etapas del proceso cultural acaecido en el proclamado “viejo mundo” donde se argumenta un desarrollo lineal de corte evolutivo con un principio y un final, que, por lo tanto, los grupos sociales, pueblos o naciones atraviesan y transitan desde el salvajismo o barbarie a la civilización, siendo la aparición de la urbe o ciudad, y el mercado, el punto culminante del desarrollo socio cultural urbano. Estos argumentos, que han guiado la explicación del proceso de configuración del espacio cultural andino, desde nuestra perspectiva necesitan una urgente revisión, pues han conducido a un callejón sin salida: ¿Para qué molestarse en el estudio de la Arquitectura y centros poblados, “centros ceremoniales o de poder, si representan un estadio inferior de desarrollo”?; ¿Qué sentido tienen sus instituciones, políticas, sociales y religiosas que perpetuaban el trabajo de tipo esclavista en la construcción de las obras monumentales?; ¿Qué necesidad existe de mostrar pueblos y culturas atrasados, frente al progreso moderno, signado por lo nuevo, a todas luces, mejor que lo viejo caduco?, y podríamos añadir una larga retahíla de cuestionamientos, desde el pensar moderno: racional e ilustrado. 

En efecto, dichos enfoques, deben ser, no sólo, puestos en cuestión, por el agotamiento de determinadas formas de estudiar el pasado dominado por el fetichismo del documento escrito, el fracaso de las otrora “escuelas histórico-arqueológicas dominantes” debido a las contradicciones generadas por sus enfoques de tinte colonial; sino que también deben ser  remplazadas, por nuevos enfoques epistemológicos deconstructivos y decoloniales, para desentrañar las expresiones culturales cargadas de confesionalismo judeo cristiano que han teñido el pensar, el saber y creer ancestrales. En este sentido, se requiere una transición y renovación epistemológica, acordes con los presupuestos de la matriz civilizatoria andina, siendo pertinente proponer, la adopción de nuevas propuestas epistemológicas que complementen las que hasta ahora se han seguido, incorporando a su estudio, un marco interpretativo, que permita conocer, sus propias nociones o forma de ver y entender el mundo (episteme), e instrumentos específicamente culturales (formas simbólicas), lo cual, sin lugar a dudas, darán inicio a nuevos campos del conocimiento, y de una visión crítica, al tradicional abordaje de sus manifestaciones culturales, para superar la dependencia de dichos modelos interpretativos importados por arqueólogos e historiadores, proclamados como científicos, aunque, aderezados desde su propia subjetividad o forma de ver y entender el mundo, que desdice su pretendida cientificidad. 

Al respecto, destacar que desde los últimos años del siglo pasado, frente a  la limitación de los enfoques histórico arqueológicos tradicionales y apoyados en las nuevas evidencias que aparecen en diversos lugares, han surgido otras lecturas del proceso cultural andino, que desde posiciones epistemológicas e instrumentales distintos, han dado paso a nuevos campos de conocimiento, como las ciencias del territorio y simbólica del espacio (Lozano, A. 2004)[9], que se ocupan de la ordenación territorial, la Arquitectura y concepción del espacio aplicado en las diversas edificaciones, el Arte y simbología, etc., cuyas manifestaciones concretas, expresadas en multitud de centros poblados, diversidad de edificaciones o tipologías arquitectónicas, han sido objeto de burdas  simplificaciones, intentando acomodarlas a los cánones del Urbanismo[10]y Arquitectura occidental, valorándolas desde esta perspectiva, con lo cual se ha desvirtuado sus aportes y originalidad, lo que ha generado monumentales confusiones, antes que reconocimientos, a las ciencias y técnicas que las fundamentan. Además, estas interpretaciones han servido para que las expresiones espaciales concretas en estos campos no sean consideradas como parte de las ciencias dignas a impartir en la formación profesional de carreras universitarias afines, pues se consideran expresiones que no cumplen los cánones  de la cientificidad, basta revisar los pensums académicos o mallas curriculares de varias facultades de Arquitectura y Urbanismo, en la región andina[11].

La interpretación de los preceptos fundamentales o concepción del espacio y ordenación de los centros poblados andinos de diversas culturas y períodos espacio temporales, basada en la forma de ver y entender el mundo de las naciones originarias, como hemos apuntado al inicio de esta introducción, ha estado ausente, por lo cual, debe impulsarse la formulación y creación de enfoques integrales y multidisciplinares, que si bien complican los procesos metodológicos, sus resultados son mucho más ricos y satisfactorios. En este orden, requieren de un proceso metodológico que reconozca el pensar mítico-simbólico sustentado en un paradigma diferente al racionalismo, es decir, apelar también, a la intuición, percepción y el corazonar (Guerrero P. 2018). Investigar, por tanto, la arqueología del conocimiento, o arquitectura mental de sus creadores, respaldados entre otras ciencias, como la simbólica presente en la infinidad de expresiones artísticas de excelente factura, en distintos materiales y épocas, lo cual informa de la relación integral del pensar mítico, los rituales, y los símbolos, que están plasmados en el espacio cultural andino. Por ello, los hechos arquitectónicos, no sólo deben estar ligados al estilo, forma o funcionalidad, donde cada edificio es representación de un modelo de estudio, sino, que deben atender al entorno natural y cultural, como resultado de una experiencia comunitaria de manejo del espacio, y sobre todo, de la expresión de la facultad simbólica del espacio cultural andino. 

Precisamente, en el presente trabajo toman forma, reflexiones, convicciones e intuiciones, referidas al valor del símbolo en sí, y a la importancia de lo simbólico en la cultura andina; la búsqueda de la identidad del runa (ser humano), siguiendo las huellas dejadas por las formas simbólicas, entre ellas, el Arte y Arquitectura, los lugares sagrados (guacawaka), para llegar a considerar el símbolo en su plena función, como entidad autónoma capaz de generar sugerencias, y como medio de comunicación, o forma de lenguaje, que pone al ser humano en relación con aquella parte de la realidad que solamente el símbolo puede facilitar. Hemos concentrado la atención sobre lo más concreto, tanto en el ámbito teórico del pensar mítico-simbólico, cuanto en los campos donde el símbolo se hace uso para ir más allá de su «primer significado», con la intención de evidenciar aquella función vinculante, la que permite ver en el símbolo, un puente entre la realidad del ser humano y su significado, sea cuando trata de la relación con lo profundo del ser humano que cuando trata de la relación con el trascendente y el más allá de la naturaleza. Se debe reconocer al símbolo su característica de ser puente para la comunión y la comunicación: ver y aceptarlo como una forma de lenguaje, de instrumento privilegiado de comunicación del cual el ser humano desde siempre se ha servido en relación al misterio que lo interpela, con lo profundo de sí mismo, con la naturaleza que está a su rededor y con la cultura y valores del acontecer humano. Nuestra convicción es que el símbolo constituye un elemento esencial del pensamiento andino, y de su identidad comunitaria. 

En este sentido, se argumentan nuevas posibilidades de interpretación, explorando el amplio terreno de la filosofía de la cultura y sus formas simbólicas (pensar mítico, arte, ritualidad, lenguaje, ciencias), destacando la importante contribución del pensar mítico y simbólica del espacio, poniéndose al lado de las demás ciencias humanas para un mejor entendimiento de las culturas ancestrales, y de forma particular, el terreno fértil de la imaginación y capacidad de síntesis, pues, lo simbólico ha sido desdeñado, invisibilizado y peor entendido en el Arte y Arquitectura Andina. Estos y otros aspectos fundamentales serán desarrollados, a través de ocho capítulos[12], que tratan diversas temáticas, con la pretensión de tejer una urdimbre que refleje la forma simbólica e integral de concebir el espacio cultural andino y sus transformaciones fruto de la irrupción de otra forma de concepción, uso y manejo del espacio. 

El Capítulo I. Enfoca el pensamiento, como la capacidad del ser humano de conocer y representar el mundo en su consciencia. La concepción  del mundo, vigente en las culturas andinas, esta codificada en las narraciones mítico – simbólicas[13], que aluden a hechos de índole astronómica, ocurridos en el tiempo original, luego de una catástrofe que destruyo a la humanidad y que sirvieron para establecer un nuevo orden cósmico. Dicha concepción, es una visión primordial del mundo y se sustenta en la creencia del accionar de fuerzas sobrenaturales, lo cual puede ser explicado por lógicas heterodoxas, que admiten la producción de conocimiento no sólo con el concurso de la razón; en tal sentido, difiere de la moderna concepción filosófica del mundo, ideada en occidente, que responde a una reflexión racional, teorética, abstracta, crítica y trascendental, propia de una racionalidad lógica, sustentada por la pretensión de la universalidad, distinta de la racionalidad mítica-simbólica. En relación a esta controversia, E. Cassirer (1972), ya postuló que el hombre no es sólo un ser racional sino simbólico; es decir, que los seres humanos no se agotan en la racionalidad, son además, voluntad y sentimiento.

En este contexto, las naciones originarias andinas han elaborado sus modelos de conducta, prácticas sociales y religiosas, pautas comunitarias y familiares en virtud del mito, como parte y fundamento de su cultura. El mito es la revelación del origen secreto de las cosas; es siempre el relato de una creación, de cómo una realidad vino a la existencia, una realidad total como en el caso del mito cosmogónico (explicación del origen del universo). El mito, es origen de la vida y base de la organización política, social y cultural. En él se expresa una realidad superior. El runa o ser humano, sabe de otro tiempo: el tiempo de la creación, de la eternidad, el tiempo en que las fuerzas creadoras de la naturaleza dieron origen al universo y sus criaturas. La recreación del mito a través de la práctica ritual conduce al hombre al contacto con las fuerzas superiores, al tiempo sagrado de la creación del cosmos; el runa, constituido por el mito necesita recrearlo, recuperar el sentido de cada uno de sus actos en la repetición ritual, la renovación de la historia sagrada. 

Capítulo II. En el pensamiento andino el vocablo, Pacha, simultáneamente designa al espacio-tiempo; es el principio, la fuerza cósmica invisible que anima a la materia y se mueve por sí misma, abarca todo lo que alienta o está inmóvil, así, el universo se entiende como una totalidad. Pacha[1], síntesis de materia y energía en perpetuo movimiento da origen a los cuatro mundos: Awa, Anan, KayUku Pacha, se transforma a partir de la oposición constante de dos principios activos de signo contrario: el Kausayy el Supay, que significan vida y no vida, en el orden natural. Para el habitante de estas tierras el universo siempre existió, no tiene principio ni fin y está en constante transformación, debido a la existencia de estas fuerzas generatrices en permanente oposición. La evolución de Pachava de lo más simple a lo más complejo, sin pausa ni retroceso. Los cuatro mundos que conforman la Pacha, coexisten, son interdependientes e indesligables. Precisan una comunicación constante y armónica, a riesgo de alterar el orden natural y provocar el caos. El tiempo es consubstancial a la materia, y por consiguiente, lleva el mismo nombre: Pacha. Es la otra forma en que se manifiesta la existencia y es, por tanto, eterno e increado como el universo. 

En la concepción del espacio tiempo, el runa andino, “metafóricamente”, va caminando de espaldas al futuro, pero teniendo siempre presente ante su vista lo vivido; de allí la importancia del pasado y la forma de recordar, el tiempo original de la creación, mediante los mitos, y los ritos. En las culturas andinas primigenias se concibe lo antiguo, lo primario, como lo anterior, lo que está delante de los ojos; en cambio lo posterior es considerado como lo ignoto, lo que recién va a ocurrir y que no puede saberse, sino por adivinación, es decir lo que corresponde saber solo a las deidades, ya que como creadoras del tiempo son trascendentes a él. En este marco se consideran el wiñayñawpapacha(ñawpa,significa pasado, como también futuro), esta última considerada como la rectora del futuro, de ahí la importancia de la tradición y la historia.

Capítulo III. La documentación histórica hispana referida a las guacakunapresenta sesgos epistemológicos que influyen en su cabal comprensión, por tanto, deben leerse de modo crítico y deconstructivo. De forma general, las descripciones tienen como denominador común, que estas manifestaciones culturales, son cosas del demonio, y por tanto había que extirparlas, para el éxito de la misión evangelizadora. El análisis del término, Guaca, o Waka, que conlleva una acepción profunda requiere, alejarse del credo confesional cristiano, para desglosar que significan sus partículas componentes; siguiendo el análisis de los términos, establecido por Pachakuteq Niwanturmanya (2009): la base: GuaWa, y el complemento caka; en función de su compresión podremos entender su connotación “sagrada” (noción distinta al de la religión católica), en el mundo andino amazónico. Los significados de las partículas Wa, y Ka, podemos determinar que hacen referencia a los mundos o planos del Awa Pacha(mundo incognoscible, no lo vemos, pero que lo percibimos), y el Kay Pacha(mundo material que lo vivimos y percibimos), que definen sus características: el “plano Wa”, alude a lo oculto, lo invisible, lo intangible, lo esencial, representa a la dimensión sagrada. En el orden metafísico, Wa, tendría un significado primordial: trascender el tiempo y el espacio, de lo material a lo inmaterial y viceversa; también está presente en los verbos existenciales más importantes, ligados a la vida, la muerte, al nacimiento, etc. El “plano Ka”, por su parte, se refiere, al: ser, estar,  lo material, lo tangible, lo sustancial. La combinación de estas dos partículas: Wa-ka, nos muestra el lugar cercano de aproximación, símbolo del punto de confluencia y contacto entre el plano sagrado Way el plano material Ka. En la expresión Waka, vemos la unidad binaria de complementos opuestos, entre el plano físico y el metafísico, el plano visible e invisible, el plano humano y el sagrado de nuestra existencia.

En este orden, desde sus formas ancestrales, la Wakaocupa un lugar determinado y se expresa de forma concreta y duradera en la Arquitectura. Todavía se reconocen como lugares, con cualidades especiales, son entidades religiosas y sagradas desde los orígenes de la civilización andina, basta citar los principales santuarios primigenios: Tiwanaku, luego Cusco, y Pachacamak, cuya concepción se corresponde con una misma forma de ver y entender el mundo, todas parten de una misma tradición mítica simbólica y cosmogónica, representan el asiento del hacedor o criador del universo, ConIlla Titi Viracochan Pachayachachik, por ello, en los diferentes procesos culturales que se sucedieron (Tiwanaku, Chavin, Wari, Paracas, Nazca, Moche, Chimu, Inka, etc.), se comparten, lugares sagrados, prácticas rituales y formas arquitectónicas, que la imposición cultural hispana, y las interpretaciones modernas de los estudios arqueológicos, las trasmutan a urbes, perdiéndose la comprensión de la concepción cultural simbólica del espacio andino.

Capítulo IV. Indagar sobre la arqueología del espacio, desde un enfoque descolonizador, plantea que el espacio físico soporte de las acciones humanas, no sólo, contiene el medio construido por los seres humanos, donde se dan las relaciones entre personas y grupos de personas, sino, que debe ser pensado simbólicamente, para representar el orden cósmico; este pensar, sirve de base para sacralizar el entorno y la compenetración del ser humano con la naturaleza, en orden a su forma de ver y entender el mundo. Este enfoque integral del espacio cultural andino, permite deducir en su concepción: una armonía, una coherencia tras el pensamiento conceptual y el pensamiento simbólico, pues los dos son indispensables para el correcto funcionamiento del runa y el sentido de la comunidad. Estos rasgos peculiares, lo distancian de los enfoques habituales para la comprensión de los procesos de configuración espacial, y acercan a otros marcos operativos menos usuales en la tradición académica, por su carácter cosmogónico o cosmocentrico, y de querencia por los espacios abiertos para uso lúdico ritual, escenario de un tipo de monumentalidad arquitectónica escultórica (pirámides, templos, etc.), como expresión de una concepción cultural del espacio, y ciencia simbólica que está en la base de su ordenación y sacralización.

Dicha concepción o enfoque cultural, permite entender el espacio andino, como contenedor de las primigenias guacakunao centros sagrados (Tiwanaku, Cusco, Pachacamak), y de diversas tipologías arquitectónicas, que se han sucedido a través del tiempo. Tomando como pretexto la indagación sobre el espacio arquitectónico andino, se intenta proponer una estructura que evidencie la radical diferencia entre los conceptos de wakao centro sagrado, y el de urbe o ciudad. La confrontación y el discernimiento sobre dichos conceptos, permiten dejar al descubierto la transformación de la forma de ver y entender el mundo de las naciones originarias, por la imposición española, a través de la ocupación de los lugares o centros sagrados, la superposición de tipologías edificatorias, so pretexto de extirpación de idolatrías; quizás por ello, digno de ser estudiado en profundidad en estos tiempos de crisis de la ciudad y Arquitectura moderna, donde el “espacio público”, carece de importancia, perdiéndose su carácter simbólico o lo que algunos denominan el genio o sentido del lugar.

Capítulo V. Investigaciones precedentes, han dado cuenta de un corpus de conocimientos de las ciencias del territorio y simbólica del hábitat andino, que demuestran que las naciones que constituyeron la confederación del Tawantinsuyu, respondían a una estructuración integral con el cosmos (Garcilaso de la Vega 1977); acorde a su propia forma de ver y entender el mundo. En este orden, en la wakaprincipal o centro sagrado del Cusco, heredera del prístino santuario de Tiwanaku, y sus principales centros provinciales , es posible encontrar las huellas de una singular concepción cultural de manejo del espacio y relaciones con el entorno natural, mediante un sistema de líneas o rumbos (ceques), que conectaban los distintos hitos sagrados, principalmente ríos, lagunas, montañas o cerros, y el cielo estelar, que viene desde épocas antiquísimas, en el marco del continuum proceso civilizatorio andino, y se convierten en hitos imperecederos que determinan la ubicación de los centros sagrados, pueblos, o centros provinciales, que devienen en centros cosmogónicos, a escala local, y regional, cuya configuración no se reduce únicamente al espacio interno; sino que principalmente atiende, al espacio abierto, grandes plazas, que resultan indispensables para sus prácticas rituales, festivas, y comunitarias, que sirven para religar a las comunidades al origen, así como, una íntima comunicación con la Pachamama, según su particular pensamiento mítico y conciencia estética.

Los centros poblados o llaktakuna, y guamanío capitales provinciales, todavía existentes y aquellos que son parte de vestigios arqueológicos, son vistos como: aldeas, pueblos, centros ceremoniales, centros político-administrativos, o ciudades, entendida esta última, como una organización espacial compleja que surgió en el seno de una determinada civilización y que marcaría el grado de desarrollo de los asentamientos de población, estableciéndose agravios comparativos cuando no se encuentran los componentes espaciales equiparables al término ciudad en el contexto cultural europeo, que se toma como referencia. Esta universalización del concepto ciudad, se torna atemporal, porque al parecer se toman los componentes de la ciudad moderna y se trata de encontrarlos en los asentamientos de las distintas épocas, sin siquiera establecer como estaban organizadas las llamadas ciudades en la Europa del siglo XVI y los centros poblados andinos, en el momento del choque civilizatorio, para establecer una línea de tiempo del análisis espacial, el volumen arquitectónico que contenían, concepto, uso y manejo del espacio y paisaje circundante; funciones, y servicios, a la población, etc., etc. Por lo tanto, es pertinente destacar que la idea y forma de ciudad vigente en la Europa medieval o renacentista, con aquella organización espacial: llacta, waka o guamaní, que encontraron los conquistadores en la confederación de naciones, conocida como Tawantinsuyu, obedecían a distintos presupuestos en su configuración, y desde esos supuestos deben ser analizadas para dar cuenta del proceso que se suscitó y cuales han sido sus resultados, a partir del proceso de superposición de trazados debido a la fundación española de ciudades. 

Capítulo VI.El estudio de la Arquitectura y sus fundamentos conceptuales, entendiéndola, como una expresión cultural o forma simbólica, igual que el arte, el lenguaje, los mitos, la religión, y la ciencia; a partir, de la propia forma de ver y entender el mundo de quienes la produjeron, es decir, desde su propia episteme tienen poca tradición en los países andinos. Destaca, la carencia de un enfoque desde la concepción del espacio en general y la concepción del espacio arquitectónico en particular, a pesar, que en esta última, se reconocen como componentes básicos a la naturaleza e historia, sin embargo, es importante recalcar que lo fundamental son las formas de ver y entender el mundo que las sociedades tienen, lo que determina su concepción del espacio arquitectónico (G.C. Argan 1982). En este contexto, las investigaciones, o estudios arqueológicos, antropológicos, historiográficos, etc., hasta ahora, de forma preponderante, hacen análisis de los objetos arquitectónicos, poniendo énfasis en su forma y función; han descrito las edificaciones y sus detalles arquitectónicos o, rasgos típicos del “estilo inka”, como la forma trapezoidaly ubicación de los vanos de acceso, nichos y ventanas, forma de los techos;  los materiales y métodos de construcción, elementos tecnológicos, diseño, etc. 

En este contexto, es imprescindible, abordar los fundamentos o concepción del espacio, en la obra de Arquitectura[1], su valor y su significado, por ahora divorciado de otras manifestaciones culturales o formas simbólicas, expresadas en el arte (lítico, cerámico, metalúrgico, textil), los rituales (celebraciones de los acontecimientos astronómicos), el lenguaje, la ciencia, y el pensamiento mítico que lo concibió. A partir de un enfoque integral para analizar las expresiones de la Arquitectura Andina (Pirámides truncadas, pirámides con rampa, Templos, observatorios, y otras; a las que en el transcurso del tiempo se han ido agregando: complejos de edificaciones; casas de aposentos, casas de conocimiento, casas de elaboración de objetos y bienes para el culto), ordenados en grandes espacios abiertos, dispuestas en kanchakuna, y kallankakuna, producto del sentir y hacer comunitario, pues ellas nos acercan a comprender: ¿Cuáles eran las costumbres domésticas, sociales, y espirituales de quienes la edificaron?; ¿Cuáles eran sus dudas, preocupaciones, y aspiraciones?; es decir, toda su cultura y formas simbólicas, las cuales reflejan, sus formas de ser, pensar, y ver el mundo y su genio creador. Precisamente, la Arquitectura Andina, como creación cultural, constituye una forma simbólica que representa y comunica la forma de concebir el espacio – tiempo; fruto del pensamiento mítico simbólico, expresa, una concepción cosmogónica, a la que corresponde una serie de nociones de representación e identificación, dimensiones espacial y temporal, formas de uso, manejo y ordenación; sentido y significación, entre otras, que tuvieron como máxima expresión en la confederación de naciones conocida como Tawantinsuyu, por cierto heredera de otras grandes confederaciones que se sucedieron en el milenario proceso de evolución autárquica de la civilización andina.

Capítulo VII. Los teóricos del Urbanismo Hispanoamericano o Iberoamericano[16], plantean y reivindican como logro de la conquista española en tierras americanas, la fundación de ciudades, con su respectivo modelo cuadricular, Arte y Arquitectura colonial como corolario, que tendría sus antecedentes en la cultura occidental, remitiéndose, en el caso del trazado cuadricular, al griego Hipodamo de Mileto (Siglo V. a.C), el esquema del cardo y decumanus romano,  y otros ejemplos posteriores (Bastillas francesas; campamento de la reconquista española en Santa Fé de Granada); dicho planteamiento tiene entusiastas seguidores entre los historiadores nacionales de la ciudad y Arquitectura, quienes sin tener en cuenta los antiguos centros poblados, donde se muestran grandes establecimientos planificados y construidos mediante un diseño que no sólo responde a características geométricas formales, que dicho sea de paso son fruto de la aplicación de conocimientos astronómicos, sino también, y fundamentalmente a características de orden mítico simbólica, cosmogónica, y astronómica, en épocas mucho más anteriores a la atribuida a Hipodamo, no se cansan de repetir esta teoría, y bien cabe una pregunta: ¿Por qué entre los estudiosos del Urbanismo y Arquitectura colonial en el área cultural andina tiene aceptación dicho planteamiento?.

La respuesta, a nuestro parecer responde a dos aspectos fundamentales: en primer lugar, el enfoque metodológico en la mayoría de los casos es aplicado y visualizado de forma sectorial; es decir, los esfuerzos realizados para comprender el proceso fundacional que ocurrió en la confederación del Tawantinsuyu (actual sur de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Noroeste de Argentina, y norte de Chile), adolece de un sesgo historicista que tiende a magnificar los acontecimientos estudiándolos como hechos estáticos aislados de su contexto y en base únicamente a la consideración de un tipo determinado de fuentes documentales (Actas de fundación y Actas de cabildos, estudios arqueológicos o antropológicos, etc.), lo cual, no permite establecer un enfoque integral o multidisciplinar que se apoye en una concepción global del proceso socio espacial y cultural, en mutua y constante interacción, para entender el proceso de configuración tan complejo como es la transmutación de la wakaa la urbe. En segundo lugar, concomitante con lo anterior, la interpretación del fenómeno urbano-arquitectónico que surge avanzada la primera mitad del siglo XVI, en los Andes, ha sido realizado en el marco de un esquema conceptual de referencia que de forma implícita o explícita hace alusión a una concepción etnocéntrica de dicho fenómeno, unificando a partir de este siglo sobre los mismos rieles, el proceso cultural andino, con la historia de la civilización occidental e integrándolo en condición subordinada a un proceso civilizatorio único, desde donde es analizado bajo unos mismo parámetros, pautas, creencias, valores y tradiciones.

La herencia colonial registra la presencia de los monumentales complejos religiosos de las órdenes mendicantes que desde los organismos internacionales han merecido diversos enfoques teóricos e innovadoras técnicas para la conservación y restauración del patrimonio edificado, desde las primeras preocupaciones por el objeto arquitectónico, se ha dado paso a la consideración del espacio público y entorno urbano, pasando por la valoración de la arquitectura popular, las manifestaciones tangibles e intangibles de los pueblos, y últimamente el énfasis en el paisaje histórico cultural. De la misma manera, hace falta una renovación de los enfoques interpretativos que dieron lugar, siguiendo con el símil arquitectural, al edificio de la Historiografía urbana hispanoamericana, en particular andina, de manera que pueda ser reconstruido, mediante nuevas interpretaciones desde la propia forma de ver y entender el mundo de las culturas andinas o epistemología del espacio cultural y arquitectónico, es decir, la arqueología mental de sus creadores, que exige una interpretación descolonizadora del fenómeno en cuestión, que a todas luces aparece como una contraposición, a los criterios sobre el origen de la ciudad hispanoamericana que tienen pretensiones de afirmación categórica al uno y otro lado del continente, impartiéndose a través de la historia oficial en los centros educativos desde la enseñanza básica a la superior.

Capítulo VIII. La configuración del espacio arquitectónico andino, parte de la concepción que el macrocosmos se refleja en el microcosmos, lo que alude a la multidimensionalidad  de Pacha(Awa, Anan, Kay, y Uku Pacha); la identificación de un centro a partir del cual efectuar la división del espacio que permite determinar la orientación de las cuatro regiones cardinales (Anti, Cunti, Chinchay y Colla suyu), y el recorrido (hacia arriba, Anan saya; y hacia abajo, Urin saya) de las figuras celestes particularmente el Sol para el control de los principales eventos astronómicos relacionados con el ciclo agroecológico y las festividades rituales, durante el año. Estas dimensiones del espacio, se complementan con los cuatro cuerpos de los que se compone el ser humano o microcosmos, a saber: Cuerpo físico, es la materia, agua, minerales, que constituyen el cuerpo humano (runa). Cuerpo energético, es el “sinchi o kamasa”, la energía vital, que hace mover al cuerpo físico, está bordeando al cuerpo físico de la cabeza a los pies, cuando una persona muere, el “sinchi”, ya no está en su cuerpo que ha quedado inerte. Cuerpo astral, propio del inconsciente, aparece en el mundo de los sueños, y se expresa a través de imágenes simbólicas. Cuerpo espiritual, conforma la esencia del “atun runa” realizado, que distingue su personalidad y plenitud de vida. 

En consecuencia, se postula que el hábitat o espacio arquitectónico, debe expresarse en cuatro dimensiones, considerando que la Arquitectura, es una forma simbólica que responde a una creación cultural, en orden a una forma de ver y entender el mundo. Entonces: ¿Cuáles serían las cuatro dimensiones del espacio arquitectónico andino?; al respecto, desde Marco Vitrubio, en la cultura occidental se consideran tres principios básicos en la obra arquitectónica: Firmitas (materialidad), Utilitas (funcionalidad), y Venustas (Belleza). En la cultura andina, teniendo en consideración que la morada de los runas, es una obra viva que responde a su concepción cultural (representación del macrocosmos, en el microcosmos), el espacio arquitectónico andino, debería reflejar, esta particularidad; es decir, se expresaría, a través, de cuatro dimensiones, a saber: la tectónica (materialidad o resistencia); la sacra (funcionalidad, orientada a la ritualidad); la cosmogónica – contextual (representatividad del mundo celeste en el mundo terrestre, lo que es arriba es abajo, e integración con el paisaje, belleza); y la mítico-simbólica (rememoranza del hecho originario y del orden cósmico), cada una, respondiendo a su propia particularidad, pero integradas e interrelacionadas, como ocurre en la correspondencia entre el macro y microcosmos.  

Finalmente, decir que la elaboración de este trabajo, ha resultado arduo e intrincado, luego de varios años de estar bregando en estos campos, considero, que aquellos primeros esfuerzos por entender: la forma, símbolo, y significado cultural del espacio vivencial, sentaron las bases, para la comprensión del pensar el espacio andino, desde su propia concepción cultural, o mejor, de las naciones originarias y sus correspondientes culturas, que ha significado, al mismo tiempo, sino, romper con el paradigma teórico, abstracto, conceptual y universal de la razón instrumental moderna, al menos un alejamiento, que ha permitido, reconocer el lenguaje de lo analógico, participativo, simbólico, y metafórico, es decir, establecer la conexión con el olvidado lenguaje del ser y estar, por la doble vía del logos de la razón y el logos del mito, que se reflejan en el arte de concebir el espacio andino.

Destruir una nación, no requiere el uso de bombas atómicas, o misiles de largo alcance, sólo se precisa ocultar su legado ancestral, fomentar el desprecio a su Patrimonio cultural e ignorancia de su propia historia milenaria. 
Por ello debemos escuchar la voz de piedra que retumba con alcance continental:  

PUEBLOS Y NACIONES ANDINAS, RECONQUISTAD VUESTRA CULTURA.

Quito, Tiempos de Pandemia, 2020-2021

[1]El término Andino, comprende básicamente tres categorías: físico-espacial o geográfica, cultural y étnica, es decir, el territorio del subcontinente suramericano, atravesado por la cordillera de los Andes, escenario del desarrollo de diversas naciones o pueblos originarios, con sus respectivas culturas, en un proceso autárquico y bajo una misma matriz civilizatoria.

[2]Quito Ciudad Milenaria. Forma y símbolo. Ediciones Abya yala, Quito 1991. Cuenca Ciudad Prehispana. Significado y forma. Ediciones Abya yala, Quito 1991.

[3]Cusco -Qosqo- Modelo simbólico de la Cosmología Andina. Madrid 1994. Ciudad Andina. Concepción cultural. Implicaciones simbólicas y técnicas. CONAIE, FAD-PUCE, FEPP. CIUDAD, Quito 1996. 

[4]El lenguaje representa simbólicamente al mundo, y el quechua, quichua o runa simi, es un idioma eminentemente simbólico, por tanto, su contenido debe ser develado; necesidad imperativa, para comprender: el pensamiento que se forma y expresa a través de él, y  mundo que se oculta.

[5]En esta línea, existen diversos estudios, entre los que podemos citar: Urbanismo Andino. Centro Ceremonial y Ciudad en el Perú Prehispánico. Krzysztof Makowski. Apus Graph Ediciones, Lima 2016. “Arquitectura y Construcción Incas en Ollantaytambo”. Jean-Pierre Protzen. Fondo Editorial PUCP. Segunda edición, Lima 2014. Ciudad y Territorio en los Andes. Contribuciones a la Historia del Urbanismo Prehispánico. José Canziani Amico. Fondo Editorial PUCP. Segunda edición, Lima 2017. “Arquitectura prehispánica tardía: construcción y poder en los Andes centrales. Kevin J. Lane y Milton Luján. Fondo Editorial UCSS, Lima 2011.

[6]En esta perspectiva, la ciudad, puede ser entendida no sólo, como un concepto procedente de una determinada civilización, sino, como una organización espacial compleja de los asentamientos de población, que sintetiza el proceso socio-político, administrativo y cultural de una formación social, según sus particulares presupuestos civilizatorios y formas de ver y entender el mundo. Por lo tanto, no es posible homologar la idea y forma de ciudad vigente en la Europa medieval o renacentista, con aquella que encontraron los conquistadores en la confederación de naciones, conocida como Tawantinsuyu. 

[7]Jhon Anthony West (2000). La Serpiente Celeste. Los Enigmas de la Civilización Egipcia.  Grijalbo Mondadori, Barcelona.

[8]La ciencia americanista, surge a partir del interés de estudiosos europeos por conocer el pasado precolombino, mediante las expediciones arqueológicos y otros estudios, cuyos resultados se empezaron a presentar en los Congresos Internacionales de Americanistas, que se iniciaron en Nancy Francia, 1875,  sucediendóse cada 3 años, hasta la actualidad.

[9]“Recuperación del Espacio perdido. Liripampa, capital ancestral de la nación Puruhá”. Editorial Pedagógica Freire. Riobamba 2004. “Ordenación del Territorio y concepción simbólica del espacio en la ciudad prehispana de Quito”. Quito Prehispánico. MAE. CAE-P. Quito 2008. Colección Ciencia y Simbólica del Hábitat Andino, Quito 2016.

[10]El término Urbanismo –Urbano- procede de la palabra latina “URBS -URBIS” (ciudad), la cual se desarrollo en la antigüedad se refería por antonomasia a la capital del mundo, Roma (753 A.C). Sin embargo no fue en Roma donde las aglomeraciones urbanas, tuvieron su origen. Su antecedente más remoto se encuentra en Mesopotamia sobre los valles del Indo Nilo Amarillo, donde apareció la ciudad de UR, producto del desarrollo cultural y tecnológico con la división del trabajo hicieron posible su aparición. La revolución urbana tuvo importancia equivalente a la revolución agrícola que la precedió y a la revolución industrial que la seguiría. Lo interesante de la palabra es la raíz UR para referirse a la ciudad. De acuerdo con este significado etimológico, el Urbanismo es el conjunto de conocimientos que se refieren al estudio de la creación, desarrollo, reforma y progreso de los poblados, en orden a las necesidades materiales de la vida humana.

[11]En Ecuador, la revisión de los pensum de las Facultades de Arquitectura y Urbanismo, presentados en la SENESCYT (2018), registran en el rediseño de las mallas curriculares, las asignaturas de: Historia y Teoria de la Arquitectura (tres niveles), e Historia y Teoría del Urbanismo (dos niveles), tienen como contenidos, a partir de Vitrubio y los órdenes clásicos griegos, estilos;, se pasa a la industrialización y movimiento y arquitectura moderna, para atiborrar de forma repetitiva de estas teorías a los futuros profesionales, y se finaliza con la postmodernidad y la arquitectura contemporánea, todas a partir de textos escritos, en su gran mayoría, por los especialistas europeos o norteamericanos 

[12]CAPITULO I. PENSAMIENTO MÍTICO-SIMBÓLICO; COSMOVISIÓN O “FILOSOFÍA MITOCÉNTRICA”

                  I.1. EL PENSAR MÍTICO – SIMBÓLICO: ¿ES FILOSOFÍA O COSMOVISIÓN? 

                  I.2. EL CORPUS MITICO – SIMBÓLICO ANDINO SOBRE LA CREACIÓN DEL MUNDO 

                  I.3. ETIMOLOGIA DE LOS LUGARES, Y PERSONAJES DEL ACONTECER MITICO

I.4. PENSAMIENTO MÍTICO-SIMBÓLICO Y CICLOS CÓSMICOS ANDINOS

CAPITULO II. PACHA, LA CATEGORÍA DEL ESPACIO TIEMPO EN LAS CULTURAS ANDINAS

                  II.1.PACHA, COMO CATEGORÍA ANDINA DE ESPACIO – TIEMPO

                  II.2.PACHAEN SU MULTIDIMENSIONALIDAD CÓSMICA 

II.3. PACHAYACHACHIC SABIO QUE ENSEÑA COMO ES EL MUNDO 

II.4. PACHAKUTIK, REVERSIÓN DEL ESPACIO – TIEMPO DEL GRAN CICLO CÓSMICO

CAPITULO III. GUACA(HUACA), WAKA, EXPRESIÓN SIMBÓLICA DE LA COSMOGONÍA ANDINA  

III.1. LA GUACA, EXPRESIÓN SIMBÓLICA DE LA REALIDAD VISIBLE E INVISIBLE

III.2. LA GUACA,PRIMIGENIA MORADA DEL SER ESENCIAL Y TRASCENDENTE 

III.3. LA GUACA, COMO LUGAR SAGRADOESCENARIO DE LA RITUALIDAD

III.4. LA GUACASE TRANSMUTA EN IDOLATRÍA Y COSA DEL DEMONIO

CAPITULO IV. EPISTEMOLOGÍA DEL ESPACIO CULTURAL ANDINO 

IV.1. EPISTEMOLOGÍA DEL ESPACIO CULTURAL DESDE EL CORAZONAR ANDINO

IV.2. EXPRESIÓN SIMBÓLICA DEL ESPACIO CULTURAL ANDINO

IV.3. EPISTEMOLOGIA DEL ESPACIO EN OTROS CONTEXTOS CULTURALES

IV.4. ESPACIO CULTURAL ANDINO; LUGAR Y PAISAJE

CAPITULO V. ORDENACIÓN TERRITORIAL Y SIMBÓLICA DE LOS CENTROS POBLADOS ANDINOS

V.1. ENFOQUES TEÓRICOS E INTERPRETACIONES DE LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL ANDINA 

V.2. TIWANAKU, CUSCO -QOSQO-, PACHACAMAC, MODELOS SIMBÓLICOS DEL ESPACIO CULTURAL ANDINO

V.3. LA CONFEDERACIÓN DEL TAWANTINSUYULLAKTAKUNA, Y GUAMANÍO CAPITALES PROVINCIALES

V.4. CONFIGURACION SIMBÓLICA DE LAS CABECERAS PROVINCIALES EN LA REGIÓN ECUATORIAL: QUITO,

       TUMIPAMPA(CUENCA), LIRIPAMPA (COLTA, CAJABAMBA), Y CARANQUI(IBARRA.

CAPITULO VI.FUNDAMENTOS DE LA CONCEPCIÓN SIMBÓLICA DEL ESPACIO ARQUITECTÓNICO ANDINO 

VI.1. CONCEPTO DEL ESPACIO ARQUITECTÓNICO ANDINO 

VI.2. ARQUITECTURA MONUMENTAL Y ESPACIOS ABIERTOS 

VI.3. TIPOLOGÍAS ARQUITECTÓNICAS  Y PATRONES DE COMPOSICIÓN 

VI.4. LAS FORMAS SIMBÓLICAS DEL ARTE Y ARQUITECTURA ANDINAS EXPRESIÓN DE UNA VISIÓN INTEGRAL

CAPITULO VII.TRANSMUTACION DE LA GUACAWAKA– CENTRO SAGRADO A LA URBE HISPANA

VII.1. LA URBE HISPANA: FUNDACIÓN, OCUPACIÓN DE CENTROS POBLADOS Y EDIFICACIONES NATIVAS

VII.2. ANALISIS DE LA IMPLANTACIÓN DEL TRAZADO CUDRICULAR, EN REFERENCIA A LOS EJES DE

         ORIENTACIÓN ASTRONÓMICA DEL CENTRO SAGRADO Y ENTORNO CIRCUNDANTE

VII.3. PROCESO DE SUPERPOSICIÓN DE LAS EDIFICACIONES HISPANAS SOBRE LAS 

          TIPOLOGÍAS EDIFICATORIAS EN LOS CENTROS  SAGRADOS ANDINOS

VII.4. ANÁLISIS DE LA IMPLANTACIÓN DE LAS EDIFICACIONES DE LAS ORDENES MENDICANTES Y

         TRANSFORMACIÓN DEL ESPACIO ARQUITECTÓNICO ANDINO EN LA REGIÓN ECUATORIAL

CAPITULO VIII. EL ARTE DE CONCEBIR EL ESPACIO CULTURAL ANDINO

VIII.1. EL SENTIPENSAR COMUNITARIO DEL RUNA 

VIII.2. PREMISAS CONCEPTUALES DEL ESPACIO ARQUITECTÓNICO ANDINO 

VIII.3. METODOLOGIA PROYECTIVA DEL ESPACIO ARQUITECTONICO ANDINO

VIII.4. MODERNIDAD EN LOS ANDES Y NUEVAS EXPRESIONES ARQUITECTÓNICAS

BIBLIOGRAFÍA

[13]Los mitos de creación son relatos de ordenación del caos, de separación de lo indiferenciado o de formación de lo informe. Muchos mitos cosmogónicos vinculan explícitamente el edificio sagrado o la ciudad sagrada con el origen de los tiempos y con el acto creador de las divinidades. (M. Eliade. 1992).

[14]Pacha; su significado se amplía cuando está relacionada con otras palabras. Tiene una dimensión temporal cuando simboliza al tiempo histórico pasado (ñawpa pacha), reciente (qepa pacha), presente (kunan pacha) y futuro (paqarin pacha), mientras que wiñakpachaes el tiempo inmemorial que asemejaría a la eternidad. En la dimensión espacial hawahanan pachaes el espacio sideral, kay pachaes el mundo superficial donde opera el hombre y el uku pachaes el mundo interior, las entrañas de la naturaleza.

[15]Existen contados estudios, que introduzcan nuevos enfoques para la comprensión de la Arquitectura Andina, entre los más recientes, podemos citar: “Arquitectura Andina. Formas e historia de los espacios sagrados”. Adine Gavazzi. Apus Graph Ediciones, Lima 2010. 

“Planificación de antiguas ciudades en la costa central peruana. Entre dioses, rituales y estructuras simbólicas”. Miguel A. Guzmán Juárez. Proyecto libro digital. Primera edición, Lima 2012; “Arquitectura Chancay. Espacios rituales del tiempo sagrado”. Miguel A. Guzmán. Editorial Universitaria Universidad Ricardo Palma, Lima 2016. 

[16]Urbanismo Español en América. Javier Aguilera R; Joaquín Ibañez  M; Luis Moreno R. Madrid 1979. Estudios sobre la ciudad Iberoamericana. Francisco de Solano. CSIC, Madrid 1983. Arquitectura y Urbanismo en Iberoamerica. Ramón Gutierrez. Ediciones Cátedra, Madrid 1983. La ciudad Iberoamericana, CEHOPU, MOPU, Madrid 1987. La ciudad Hispanoamerica. El sueño de un orden. Fernando de Terán, CEHOPU, Madrid 1989. La ciudad Iberoamericana. Generalitat Valenciana, Valencia 1992.