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Patricia Palacios

Revisitar el espacio público 

En época pandémica (2020-2022), como nunca, el espacio público ha sido sujeto de suspicacia y observación prolija no sólo por parte de estudios@s del tema, sino sobre todo, por parte del/la ciudadano/a común, mereciendo su respectiva toma de posición, pues el uso o interacción con el espacio público devino, desventuradamente, cuestión de vida o muerte. 

El abordar el tema del espacio público en formato de materia optativa, en FAU-UCE, data de casi siete años y en este ámbito se ha podido sensibilizar al estudiantado, parte del cual es actualmente profesional de la arquitectura y urbanismo, en la correlativa teoría y práctica espacial, en el conocimiento de algunos referentes locales y extranjeros sobre el tema y, en general, en la problemática que enfrenta. 

En términos metodológicos la Optativa Espacio Público se desarrolla combinando reflexiones en aula (virtual), como in situ (presencial), pues no basta la aproximación basada en información secundaria, sino por el contrario, la información primaria y experiencia directa constituyen condiciones sine qua non para su comprensión y posterior intervención. Sin embargo, al final del semestre académico, febrero-marzo 2022, la pandemia fue cediendo y se abrieron posibilidades de revisitar físicamente los espacios públicos y de profundizar en su estudio de manera sensorial. 

La materia se desarrolla en tres unidades curriculares no necesariamente secuenciales sino convergentes, enfocadas respectivamente en debates teóricos, recorridos urbanos o visitas de observación y en la propuesta de anteproyectos de intervención a escala barrial. 

A continuación, se exponen reflexiones y ejemplos de la actividad y aprendizaje colectivo en la materia. 

¿Qué define el espacio público? 

Tomar conciencia de que cada ciudadan@, al desarrollar actividades cotidianas en un determinado espacio por ejemplo caminar, jugar, trabajar, está produciendo espacio, y de que el espacio público no deviene tal sino gracias al uso dado por los habitantes, caso contrario constituye un simple adorno o un elemento prominente sin uso, significado, ni vida, es un logro de aprendizaje al que se aspira en esta materia. 

Para fundamentar dichas concepciones, se ha leído y debatido textos de autores como La ciudad es el espacio público de Borja, 2011, en el que se proponen varias ideas clave, como el hecho de que históricamente el espacio público ha sido construido por la gente, que su uso y significado cambia permanentemente según las condicionantes socio políticas y culturales de cada momento, que la modernidad lo ha afectado profundizando la división espacial público y privada, la gestión institucional del mismo, o su funcionalidad con respecto al sistema económico espacial imperante. En otro sentido se propone que el máximo espacio público es la ciudad toda, que el espacio público es la gente en las calles y que la calidad del mismo se mide por la calidad de las relaciones sociales que suscita. 

En términos más técnicos y metodológicos, se ha revisado el texto Espacios abiertos de uso público, de Pascual y Peña, 2012, en el que se establecen las dimensiones e indicadores a considerar cuando se analiza y/o diseña un espacio público. Tal es el caso de las dimensiones morfotipológica, funcional, sociopsicológica y el ecosistema urbano, cada uno de los cuales puede ser trabajado a partir de variables e indicadores específicos, pero el análisis e intervención total debe darse de manera interrelacionada. 

A partir del video documental Espacios Públicos y dimensión informal de la vida urbana en Quito (UTE, 2017) se reflexionó y concluyó que el uso informal que la población da a un espacio público, es decir, el que no se atiene a lo prefijado por el diseño y planificación urbana, revela sus diversas potencialidades y utilidades, pero también la capacidad transformadora del espacio urbano por parte de la ciudadanía, al crear espacio público donde no estaba planificado para ese uso. 

Varios ejercicios se produjeron con el objeto de familiarizar a l@s estudiantes con herramientas de trabajo e intervención en el espacio público como fue la aplicación de la ficha de registro usada por el MDMQ para inventariar los espacios públicos del barrio, o el uso de normativas planteadas en las diversas ordenanzas de uso y administración del suelo, en la Norma Ecuatoriana de la Construcción, Accesibilidad Universal (MIDUVI, 2019), o en el Manual de diseño de calles activas y caminables, formulado por Hurtado, Aso. Peatones de Quito, MDMQ/FAU-UCE, (2015). 

Memoria espacial 

Recordar las vivencias en el espacio público frecuentado durante la niñez, como instrumento de sensibilización, arraigo y responsabilidad por parte de l@s estudiantes, es un objetivo de partida para el desarrollo de una actitud profesional consciente, proactiva y entusiasta al respecto. La expresión concreta de esta actividad cristalizó en un Mapa de Niñez, realizado con técnica libre, pero, eso sí, a mano alzada y, de preferencia, a todo color. 

El mapa debía recoger los elementos urbano arquitectónicos más sobresalientes o significativos presentes en el área recordada y definida por cada cual, así como, evidenciar una experiencia positiva y otra negativa vividas en la misma. Se pidió no escatimar detalles referidos a elementos físicos, pero también sociales, presentes en el lugar y en el momento de tales experiencias. 

Los mapas presentados dieron cuenta de las diversas prácticas espaciales de la niñez del país y constituyen materia prima invaluable con que cuenta actualmente la FAU-UCE para un potencial registro etnográfico temático y georeferenciado del espacio público y de la práctica espacial urbana en nuestras ciudades. 

Díaz: Ibarra, Colombia, Quito.
Muñoz: Salinas 
Molina: Sector La Kennedy, Quito 

Para complementar la motivación y curiosidad en torno al espacio público se desarrolló una actividad investigativa individual sobre referentes internacionales sobre plazas y calles peatonales, la cual se complementó con otra, previa al diseño del anteproyecto o propuesta final, en la que debía conformar un catálogo de referentes sobre actividades, elementos urbano arquitectónicos, equipamientos, materiales, etc., a usarse, pero de manera adaptada a su área de intervención. Entre ellos destacamos: ágoras, áreas lúdicas, baños públicos, parqueaderos de emergencia, etc. 

Desmemoria espacial 

Con el objeto de fortalecer el pensamiento crítico y propositivo sobre urbanismo y espacio público, actualmente hegemonizado por una visión neocolonial, funcionalista y capitalista, es necesario recuperar la memoria inmediata y personal al respecto, e imprescindible recuperar la memoria colectiva e histórica, sobre el espacio que habitamos y que pretendemos transformar. 

A dicha necesidad se llega con frecuencia al constatar, por un lado, el olvido o ceguera ciudadana y académica respecto al territorio en que se habita, la que se da inclusive a pesar de que la propia toponimia muchas veces nos remite a la vivencia ancestral e histórica del mismo (Chimbacalle, Rumipamba, Mamacuchara, Cochapata, etc.), y por otro, las aspiraciones y preconceptos que se tienen sobre el espacio tanto privado (chalets, suites, lofts, condominios, etc.,), como público (polideportivos, centros comerciales o shoping-plazas, etc.), influenciados y apropiados desde el interés comercial y el de asimilación cultural. Al referirse a la plaza, much@s estudiantes ya ni siquiera tienen la idea de un mercado y casi nunca la de un lugar de encuentro y de expresión ciudadana. Se constata que cada vez se tiene menos esta vivencia del espacio público y en consecuencia se acrecienta la desmemoria al respecto. 

Como mecanismo de motivación hacia las formas ancestrales de pensamiento y vivencia espacial se utilizaron videos como el de Quito milenario (Quitsato) y Las pirámides de Caral (BBC), pero sobre todo la lectura, debate y explicación sobre el texto El arte de concebir el espacio andino, por parte del propio autor Arq. Alfredo Lozano, docente FAU-UCE. 

También con la intención de que l@s estudiantes puedan revivir la experiencia espacial urbana, interactuar en y con el espacio público, y observar el uso y dinámicas ciudadanas en el mismo, se logró implementar al menos uno de los recorridos planteados en el sílabo que tuvo lugar en los alrededores de la basílica del Voto Nacional, del parque barrial Matovelle, del Centro de Arte Contemporáneo (antiguo Hospital Militar), ubicados en el tradicional barrio San Juan del centro de Quito. 

La modalidad utilizada fue la de deriva programática, mediante la cual los estudiantes, divididos en grupos chicos, fueron descubriendo, reflexionando y registrando diferentes elementos del paisaje y dinámicas urbanas, para posteriormente producir colectivamente un relato gráfico de la experiencia. La totalidad de las evaluaciones estudiantiles sobre esta actividad son positivas y coinciden en el potencial que encierra en términos del aprendizaje y disfrute obtenidos. 

¿Para qué y para quién el espacio público? 

La lectura y reflexión sobre el texto Centros y espacios públicos, como oportunidades de BORJA, J. y MUXÍ, Z. (200, p.115), consiguió problematizar el tema del espacio público al plantear que “El desafío urbano es hacer ciudad sobre la ciudad: regenerando, rehabilitando, completando, creando nuevos centros metropolitanos, garantizando la movilidad, accesibilidad y diversidad de los mismos”, y que “El espacio público es un desafío político, urbanístico y cultural referido a toda la ciudad”. Sin embargo, también consiguió mostrar a los estudiantes un abanico de razones y posibilidades a ser consideradas oportunidades para desarrollar proyectos urbanos comprometidos con el mejoramiento de la calidad de vida, la cohesión social y el fortalecimiento de los derechos ciudadanos. 

Una vez comprendida la necesidad y asumido el desafío de producir espacios públicos, se requiere tener claridad en torno a sus potenciales beneficiarios. En este sentido, si bien se considera que el espacio público es accesible para toda la población, en la práctica se observan situaciones de exclusión/privilegio que es necesario evidenciar y corregir. Entre los grupos afectados del acceso libre y seguro al espacio público están los adultos mayores asumidos esta vez, como población destinataria de los anteproyectos de espacio público a escala barrial. 

Dentro del proceso de concepción del espacio público se privilegiaron dos actividades que redundaron en aprendizajes más significativos a decir de los propios estudiantes. En primer lugar, el acercamiento directo a la realidad de los adultos mayores de su barrio, sus necesidades y propuestas y, en segundo lugar, el conocimiento de metodologías de diseño inclusivo y de accesibilidad universal, con las que se puede atender a dichas necesidades socio-espaciales. 

Análisis de sitio 

Entrevistas a adultos mayores

MARÍA TERESA 66 AÑOS 
¿Cuál es el lugar que más le gusta del barrio donde vive y por qué? Le gusta ir al parque porque ahí viven sus amigas y le gusta salir a conversar al césped con ellas, también a veces sale con su nieto menor y su perro para distraer su mente. 
¿Qué situación negativa ha experimentado cuando va al parque o en la calle? 
La contaminación, el mal olor que produce la basura ya que las personas arrinconan en esa esquina la basura hasta que pase el camión recogedor pero no es un tipo de basurero simplemente un espacio público. 

JESÚS AMABLE (72 AÑOS) 
¿Cuál es el lugar que más le gusta del barrio donde vive y por qué?
Ir a ver cómo juegan vóley en las canchas y encontrarse ahí con sus amigos. 
¿Qué situación negativa ha experimentado cuando va al parque o en la calle? 
No cuenta con un mobiliario apropiado para personas de tercera edad ya que solo existen pequeños muros de piedra que sirven como asientos. 

Comentarios y sugerencias estudiantiles sobre experiencia presencial en la ciudad 

La experiencia que se tuvo en el recorrido fue enriquecedora en cuanto a tener otra forma de mirar a la ciudad, no solo el hecho de salir y caminar sino ahora percatarse de los detalles que se encuentran en nuestro alrededor, más aún tener la oportunidad de entrevistar a las personas que son del barrio y conocer sus experiencias y los espacios que suelen concurrir. 

A mi parecer la metodología utilizada es la adecuada para este tipo de recorridos porque el hecho de formar grupos y tener cada uno en sitios ayuda visitar más lugares y hacer un análisis más amplio de la ciudad. 

Ismael Nicolalde 

La experiencia del recorrido fue muy grata y satisfactoria debido a que en lo personal ha sido el primer recorrido urbano en el que participé y al ir con una previa expectativa sobre los Jane’s walk y el entusiasmo fue mayor. En el recorrido aprendí a ser más visual y detallista con todos los elementos que podíamos encontrar en nuestro camino. En ocasiones por la cotidianidad de los días no apreciamos las huellas que las personas dejan a lo largo del tiempo en la calle, viviendas, puertas, ventanas entre otros. 

Una sugerencia para futuros recorridos es que se involucre más a las personas del lugar, tal vez siendo parte del recorrido, porque la historia de ellos sobre su barrio nutriría más aun el recorrido. 

Evelyn Herrera M. 

Los logros de aprendizaje pueden ser medidos y visibles en diferentes momentos de la vida estudiantil y profesional, y no sólo en actividades evaluativas puntuales. De esta manera, resulta más importante desarrollar con los estudiantes algunas metodologías que le permitan comprender las situaciones urbanas siempre cambiantes, enfrentar las problemáticas que se le vayan presentando a nivel urbano y arquitectónico, y podrá trabajar con los recursos disponibles en dicho contexto social, espacial y temporal. 

Por tanto, se vuelve necesario desarrollar una reflexión permanente sobre aspectos metodológicos de la enseñanza-aprendizaje, extraer lecciones aprendidas de su uso y procesos, valorar, mantener y perfeccionar las buenas prácticas, para no conformarnos con dar al estudiante soluciones a los problemas, sino enseñarle a enfrentarlos. 

“Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”. 

Proverbio chino 

Bibliografía 

 Borja, Jordi. La ciudad es el espacio público. En Revolución Urbana y derecho a la ciudad. OLACCHI-MDMQ, Colección Textos Urbanos. Quito, 2011. ISBN: 978-9978-370-15-5 Págs. 321-342. 

 Borja J., y Muxí, Z. Centros y espacios públicos como oportunidades. Artículo en Perfiles latinoamericanos, revista de FLACSO México. Diciembre 2001 https://www.researchgate.net/publication/28140099_Centros_y_espacios_publicos_como_oportunidades 

 Hurtado, Diego, Aso. Peatones de Quito, MDMQ/FAU-UCE, (2015). Manual de diseño de calles activas y caminables. Quito. Xttps://www.academia. edu/35227652/MANUAL_ DE_DISEÑO_DE_CALLES_ ACTIVAS_Y_CAMINABLES ?auto=download 

 Lozano, A. 2020. El arte de concebir el espacio andino. https://editorialfau.wordpress.com/2020/11/22/el-arte-de-concebir-el-espacio-andino/ 

 MIDUVI, Norma Ecuatoriana de la Construcción, Accesibilidad Universal (AU), 2019 https://www.habitatyvivi enda.gob.ec/wp- content/uploads/downlo ads/2019/05/NEC-HS-AU- Accesibilidad- Universal.pdf 

 Pascual González, Aylín y Pena Díaz, Jorge. Espacios abiertos de uso público. Arquitectura y Urbanismo. 2012, vol.33, n.1 [citado 2016-11-15], pp. 25-42 . ISSN 1815-5898 http://scielo.sld.cu/pdf/au/v33n1/au030112.pdf 

 Project for Public Spaces. PPS ¿Qué criterios determinan un buen espacio público? https://www.pps.org/article/que-criterios-determinan-un-buen-espacio-publico 

Videos 

 UTE, 2017, Espacios Públicos y dimensión informal de la vida urbana en Quito https://www.youtube.com/watch?v=sPmjc2rEPrE&t=339s 

 QUITSATU, Quito Milenario https://youtu.be/LNr980eFbX0 

 BBC, 2016. Las pirámides de Caral https://youtu.be/arkKyz6bjBw 

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María José Freire Silva

La ciudad industrial y la ciudad moderna

Entender la historia de nuestras ciudades, de cómo se formaron y evolucionaron, hasta lo que hoy conocemos, nos permite no solo respetar su identidad y sus hechos urbano-arquitectónicos clave, sino que también podemos aprender de los errores y aciertos que nos permitirán proyectar de mejor forma la ciudad presente y del futuro.


En este nuevo semestre, con esta premisa, se prepararon desde cero los contenidos referentes a la asignatura Historia y Teoría del Urbanismo I, la cual pertenece a la nueva malla. Para ello era fundamental la revisión del documento del Rediseño de la Malla Curricular para la Facultad, el cual solo proponía unos contenidos básicos y poco profundos, en relación con esta temática. Se buscó ampliar la información con relación a los periodos de estudio propuestos para permitir a los estudiantes tener un panorama completo de los hechos históricos que motivaron al aparecimiento de teorías, planes, proyectos que definieron la forma de cómo hoy entendemos la ciudad en los periodos de estudio correspondientes.
Justamente en este punto era importante complementar los contenidos con bibliografía y apartados teóricos que expliquen la influencia de la planificación urbana en Latinoamérica, específicamente en el caso ecuatoriano, en el cual se produjeron unas lógicas completamente diferentes a las de los países en los cuales se desarrollaron las principales teorías y propuestas urbanas.


Otro aspecto que se detectó en este primer acercamiento a los contenidos fue que la malla proponía que el estudio sobre la historia y teoría de la ciudad parta recién desde la revolución industrial, lo cual se contrapone al entendimiento completo del nacimiento de las ciudades desde los períodos de la prehistoria, cuando gracias a la agricultura y los cambios de comportamientos de las primeras sociedades en Mesopotamia, Sechín o Caral, por ejemplo, permiten el aparecimiento de asentamientos o ciudades de pequeño tamaño y con ello la construcción de nuevos espacios complementarios a la vivienda.
Por esta razón se optó que para iniciar la explicación de la primera unidad, era importante resumir mediante una línea de tiempo gráfica y analítica, los períodos históricos previos a la revolución industrial y comprender la evolución de la ciudad hasta este punto.
En adelante, para decidir los contenidos de las unidades a estudiar se revisaron una serie de documentos bibliográficos que han marcado un referente en el estudio teórico de la urbanística. Entre ellos encontramos las posturas de Fernando Chueca Goitia en Breve historia del urbanismo, donde se evidencia un panorama de los aspectos más relevantes en la evolución de las ciudades. Complementando con la visión de François Choay, quien en su texto El urbanismo. Utopías y realidades explica las posturas previas al nacimiento del urbanismo y así comprender las propuestas teóricas y modelos que dan inicio a nuevas formas de proyectar y pensar la ciudad. Finalmente los famosos textos de cabecera de A. E. J. Morris, Historia de la forma urbana y de Lewis Mumford, La ciudad en la historia, con sus posturas y visiones críticas sobre la historia de las ciudades y las consecuencias en la forma de la ciudad o sus problemáticas.
Estos textos permitieron organizar los contenidos y temáticas más relevantes para explicar la influencia del pensamiento de la época, con el aparecimiento de las primeras propuestas para solucionar los efectos de la revolución industrial en las ciudades y como consecuencia el aparecimiento de los primeros planes urbanos y el nacimiento del urbanismo como disciplina.

Posteriormente se revisaron Orígenes del Urbanismo Moderno de Leonardo Benévolo y Después del Movimiento Moderno de Josep María Montaner para complementar la búsqueda de contenidos de la última parte de los contenidos referentes al Urbanismo Racionalista.
A la par en cada unidad se estudiaron textos que ilustren los hechos ocurridos en nuestro país, específicamente en el caso de la ciudad de Quito y comprender los contrastes y efectos urbanos en la ciudad con relación al período industrial y moderno. Textos como La ciudad y los otros. Quito 1860 – 1940 de Eduardo Kingman, América Latina: Espacios urbanos, arquitectónicos y visualidades en transición. 1860-1940, editado por Alexandra Kennedy-Troya, Ciudad y arquitectura republicana Ecuador 1850 – 1950, editado por Inés del Pino y Quito 30 años de arquitectura moderna 1950 – 1980 de la misma autora. Estos documentos fueron fundamentales para explicar la influencia del período industrial y los postulados del Movimiento Moderno en nuestro contexto.
De esta forma los contenidos generales se resumen es dos unidades con los siguientes temas:

Imagen 1.Presentación de contenidos. Fuente: Elaboración Propia

Un tema pendiente: “El patrimonio latinoamericano”

Uno de los temas que se procuró transversalizar a lo largo de las clases fue la reflexión del patrimonio de nuestro país y la poca protección o estudio que se ha dado en muchas instituciones y en general, en la opinión nacional sobre algunos períodos históricos que son relevantes para explicar el desarrollo de varias ciudades ecuatorianas.
Justamente los períodos estudiados en este semestre: la industria y lo moderno, son momentos cuya producción espacial en lo urbano y lo arquitectónico han tenido poco cuidado y que lamentablemente en la actualidad vemos peligrar obras que albergaron no solo espacios que fueron testigos de hechos importantes para el país, sino que representan sistemas constructivos y lenguajes formales de una época específica.
Estas reflexiones permitieron al grupo estudiantil detectar en sus barrios o ciudades de residencia, otros ejemplos de obras arquitectónicas o de espacios públicos que por la poca (o inexistente protección en muchos casos) se hayan perdido o deteriorado.

Imagen 2 y 3. Silos de almacenamiento de la Cervecería Nacional en el barrio La Magdalena, Quito y Casa Brauer de Jaime Andrade H. en el barrio Quito Tenis, Quito.
Fuente: El Comercio y Editorial Trama respectivamente.

La importante transversalidad de conocimientos entre asignaturas del mismo nivel

Una decisión que fue muy importante al inicio del semestre fue la de complementar las temáticas de las otras asignaturas con los contenidos de esta materia, por lo cual se propuso que el barrio Chimbacalle, sea un elemento de estudio común para resolver los trabajos a ser realizados no solo en el Taller de Proyectos de Arquitectura, sino también en el de Urbanismo.
Como parte de este acercamiento al área de estudio se organizó una visita al barrio, procurando comprender su origen y sus espacios relevantes con relación al patrimonio industrial del sitio. Nos acompañaron en la visita personajes del barrio cuyas familias fueron las primeras en habitar estos barrios con la llegada del tren y como consecuencia las primeras fábricas y barrios obreros. Esto permitió comprender las dinámicas del lugar y su estado actual.

Imagen 4 y 5. Mapa de recorrido propuesto en Chimbacalle y fotografía de parte del grupo estudiantil. Fuente: Propia

Como otra actividad complementaria se realizó una visita al Museo Archivo de la Arquitectura Ecuatoriana donde tuvimos la mediación en la exposición permanente sobre la producción de los pioneros de la arquitectura moderna del país y también la exposición temporal sobre el Plan Regulador de la Ciudad de Cuenca, elaborado por Gilberto Gatto Sobral con una importante influencia del Urbanismo Racionalista. Estas dos exposiciones fueron relevantes para comprender los temas de estudio de la asignatura.

Imagen 6. Visita al MAE. Fuente: Propia

Aplicación de los contenidos teóricos en la investigación de un caso de estudio particular

Para enfrentar los amplios contenidos de la asignatura se procuró aplicar una metodología que permita incentivar a los estudiantes por el estudio de la historia de la ciudad. Para este motivo fue importante después de las clases teóricas complementar la revisión de películas (no necesariamente documentales) o textos que muestren las consecuencias de la aplicación de las teorías o proyectos estudiados y de ellos extraer una reflexión individual sobre los problemas o aspectos positivos. Como resultado cada estudiante ponía en duda o crisis los contenidos de la materia y los hechos de cada etapa estudiada, permitiendo que cada uno amplíe sus conocimientos y también analice nuevas posturas sobre cada período histórico, construyendo sus propios criterios.
Para complementar esta labor se propuso construir un texto en formato revista informativa, donde pudiesen plasmar los resultados de la investigación de los periodos de estudio en casos específicos elegidos por los mismos estudiantes. Elegir el área de estudio de residencia de los alumnos permitió generar un lazo interesante con el tema, ya que les permitió conocer más sobre la historia del lugar habitado. Por otra parte cabe destacar que la investigación y análisis no solo se limitó al campo del urbanismo, sino que fue complementado con las contribuciones de obras de arquitectura de las épocas estudiadas.
Los resultados de este ejercicio fueron excelentes en los dos grupos de estudiantes. La socialización mediante diálogos en clase de los avances permitió que todos los grupos comprendan el objetivo de los trabajos y que se interesen por construir un instrumento claro y bien documentado.

A lo largo del semestre se procuró que los contenidos de la asignatura permitan a él/la estudiante comprender los factores de la materialización y producción de nuestras ciudades y cómo estos pueden relacionarse con las problemáticas que actualmente enfrentamos dentro de lo profesional, invitando a reflexionar en la importancia de la historia como testigo viviente de nuestra identidad. Para lo cual el ejercicio del recorrido urbano fue fundamental en la medición de la comprensión de terminología y más que nada de las lógicas de cada período de estudio.

Imagen 7. Ejemplo trabajo GRUPAL – unidad 1 y 2. Fuente: Erika Castillo y Adriana Osorio.

Un trabajo sobre Latacunga

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Diego Hurtado Vásquez

La Universidad como un laboratorio urbano que permita crear las condiciones para una vida urbana sostenible

La historia de las ciudades, nos demuestra reiteradas veces, cómo la forma urbana ha incidido en la vida urbana y a la vez, el cómo la vida urbana ha determinado la forma urbana (Mumford, 2012).  También nos permite apreciar, la estrecha relación que existe entre el desarrollo tecnológico y los inventos de cada época y cómo estos determinan la forma y la vida urbana.  En sí, el desarrollo de la agricultura determinó que los humanos nos volvamos sedentarios y esto a su vez originó el aparecimiento de las ciudades. 

También, al estudiar la historia y evolución de las ciudades, se puede entender cómo ciertos momentos de crisis, han permitido el desarrollo de nuevas tecnologías, que han llevado a soluciones a esa problemática.  La crisis de la ciudad medieval que tiene su momento más crítico cuando aparece la pandemia de la peste bubónica, llevó al desarrollo de tecnologías lideradas por salubristas, iniciando los primeros sistemas para un adecuado manejo de residuos sólidos y aguas servidas, que luego darían como resultado los sistemas de alcantarillado, permitiendo que las ciudades nuevamente vuelvan a florecer con mejores condiciones de salubridad. 

Ante la gran crisis que estamos viviendo de cambio climático, contaminación ambiental y reducción drástica de las reservas de petróleo, el avance científico y tecnológico debería llevar a soluciones integrales, que preserven todas las formas de vida en el planeta, mantengan el equilibrio natural y construyan hábitats humanos que armonizan con ese frágil equilibrio. Por lo tanto, el aporte desde la academia debería ir hacia lograr esos objetivos.  Las investigaciones en gran porcentaje deberían apuntar a buscar soluciones a estas problemáticas y lograr las condiciones para una vida urbana sostenible.

La Universidad Central del Ecuador, una oportunidad especial para lograr implementar estos cambios.

En las universidades se realizan investigaciones que contribuyen a solucionar problemas, permiten innovar y desarrollar ciencia y tecnología. También es su deber contribuir a la sociedad y formar profesionales expertos en diferentes saberes para que luego sirvan y contribuyan a la prosperidad de la población.   

Varios estudios  de diversos autores dan luces de por dónde deben cambiar las ciudades para lograr la sostenibilidad y si bien la ciudad actual se ha configurado en torno a los desplazamientos en transporte motorizado, la mayoría de respuestas a la situación actual plantean justamente lo contrario y se parte de acciones para  reducir  considerablemente la necesidad de usar transporte motorizado, en especial el automóvil particular, ya que de esta forma se estaría logrando un gran ahorro energético -una menor utilización de petróleo y combustible fósiles- por lo tanto se tendría menos emisiones de contaminantes y gases efecto invernadero a la atmósfera y fundamentalmente se podría recuperar  el espacio público y la ciudad para la gente (Alexander, Ishikawa, & Silverstein, Un lenguaje de patrones, 1980), (Gehl, 2014), (Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, 2008), (Girardet, 1992), (Heinberg, 2010), (ITDP, 2017). 

El ITDP (2017) (Institute for Transportation and Development Policy), recogiendo lo que plantean varios autores arriba mencionados, ha creado el concepto del Desarrollo Orientado al Transporte, conocido por sus siglas DOT, compuesto por 8 principios que son: caminar, pedalear, conectar, transportar, compactar, densificar, mezclar y cambiar; si se cumplen estos principios, se puede reducir el uso del transporte motorizado en la ciudad. Lo ideal es que estos 8 principios se cumplan en pequeños territorios de tal manera que la mayor cantidad de actividades se realicen a pie.  Al cumplir los 8 principios en pequeños territorios a distancias caminables, se lograría tener una microcentralidad urbana que pasaría a ser la primera escala del sistema de centralidades urbanas. De esta manera a partir de ir equilibrando pequeños territorios urbanos, se lograría equilibrar toda la ciudad.

Una micro-centralidad se puede definir como un territorio de entre 400 a 800 metros de lado, en donde a distancias caminables se puede realizar múltiples actividades de la vida cotidiana, delimitada por vías colectoras en donde pasa el transporte público (BRT, bus convencional, metro, tranvía, microbús, cable, bicicleta pública) con 200 habitantes por hectárea de densidad bruta mínima, y una mezcla de usos con un 60% mínimo residencial y un 40% máximo de otros usos (comercio, servicios y equipamientos), con manzanas cortas (con lados menores a 100m) y alta densidad de calles de dominio peatonal.

La meta a cumplir en la ciudad de Quito es tener un sistema de centralidades de diferentes escalas, siendo las micro-centralidades la unidad base de organización territorial urbana, las cuales se conviertan en sí mismo en una mini ciudad con todos los servicios, en donde la mayoría de actividades ciudadanas se puedan realizar a distancias caminables y reducir la necesidad del uso del automóvil.

En la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la UCE, se ha venido realizando una serie de estudios sobre la implementación de los principios del DOT y el cumplimiento de sus indicadores en diferentes lugares de la ciudad de Quito, así como en otras ciudades.  El campus universitario ha sido parte de esos estudios y se ha podido vislumbrar que reúne condiciones ideales para convertirse en un barrio con las características de microcentralidad y que, además, por tratarse de un centro universitario, fácilmente podría convertirse en un gran laboratorio urbano.  En la Ciudadela Universitaria se tiene aún muchos espacios vacíos y/o subutilizados en donde se podrían implementar nuevas edificaciones y lograr la conformación de espacios exteriores del tipo plazas y calles, que faciliten el equilibrar las actividades y promover la diversidad de usos, tanto en los espacios interiores como en los exteriores.

Como se podrá apreciar, la Ciudadela Universitaria tiene algunas de las características para convertirse en una microcentralidad, siendo que la Universidad Central, ya es en sí una centralidad urbana.  Lo que se propone entonces es que el campus universitario se convierta en un barrio, que por sí solo sea una microcentralidad muy equilibrada.

El campus en sí, junto al Colegio Juan Montalvo conforman una supermanzana con uso predominantemente educativo, desconectada totalmente de los barrios aledaños; con mucho potencial de equipamiento deportivo y cultural (museos, teatros, auditorios, bibliotecas) que actualmente no es aprovechado y se lo podría considerar subutilizado, y algún equipamiento de salud (hospital del día, servicio odontológico y hospital veterinario). 

Uno de los grandes inconvenientes para convertirse en una microcentralidad es que no cuenta con habitantes fijos, prácticamente el uso residencial es nulo y si bien hay una gran población flotante, no es suficiente para lograr las condiciones para que se convierta en un lugar en donde la mayor cantidad de actividades cotidianas se puedan realizar a distancias caminables.

Para esto, se debe lograr que se cumpla con el objetivo de vivir cerca de donde se trabaja y/o estudia (mezclar), lo que implica acercar a muchos estudiantes, docentes y trabajadores a vivir en la ciudadela universitaria o en su cercanía, y permitir usos complementarios a los ya existentes como comercios, oficinas, servicios.  Por lo tanto, se debería implementar una buena dotación de edificaciones para residencia universitaria (estudiantes, docentes, investigadores y/o trabajadores) además de residencias de corta estancia como hotel y departamentos para huéspedes y turistas (posible creación de facultad de hotelería, turismo, gastronomía).  De la misma manera, en la micro-centralidad debe haber los equipamientos suficientes de escala local como guarderías (infantil y de la tercera edad) (carreras de servicio social, parvularia, medicina, psicopedagogía), centro administrativo barrial, centro de acogida, centro de emprendimientos, centro de seguridad ciudadana, que se complementaría con el uso predominantemente educativo actual, más la potenciación del uso cultural, deportivo y recreativo y los servicios de salud que actualmente existen a interior del campus (existe la idea de implementar un hospital básico al interior de la ciudadela universitaria) (enfermería, medicina).  Todo esto debería tener un modelo de gestión y ser administrado como una mini alcaldía a cargo de investigadores de las facultades de administración de empresas y economía e implementar mecanismos de participación ciudadana para la toma de decisiones (democracia directa). 

También se debe cumplir con el principio de conectar, para lo cual se tiene realizadas en la FAU algunas propuestas de crear al interior senderos peatonales que conformen manzanas cortas con alta densidad de calles y múltiples entradas que permanezcan abiertas las 24 horas del día al igual que las calles de un barrio, lo que implica que el campus se conecte peatonalmente a la trama existente de los barrios aledaños.  Complementario a esto, una estrategia debería ser edificar usos mixtos (residencial, comercial, servicios) en los bordes del campus en donde hay espacio libre o subutilizado, para crear fachadas vivas hacia las calles aledañas y con ello no tan solo conectar el campus a los barrios, sino también mejorar la seguridad interna y externa del mismo sin necesidad de cerrarse hacia la ciudad.

Las nuevas calles y senderos que se creen para conectar el campus con los barrios aledaños deberían ser de preferencia peatonales y siempre, cualquier espacio debería ser diseñado con prioridad a la circulación peatonal. Igualmente, las calles que bordean el campus (Av. Universitaria, Bolivia, Ritter, Gato Sobral, Av. América) deberían convertirse en paseos o bulevares con prioridad peatonal, dotando a esos espacios de amplias aceras arborizadas que hagan confortable la caminata, faciliten la accesibilidad universal y sean sitios seguros para transitar cualquier hora del día.   Por lo tanto, lo caminos, calles y senderos deben estar siempre bordeados de árboles que den sombra, fachadas permeables y con alto contacto visual que permitan activar estos espacios exteriores y con ello tener seguridad al transitar, complementado con mobiliario urbano, espacios para refugiarse de las inclemencias del tiempo, iluminación a escala peatonal y evitando los muros ciegos (existen propuestas desde la FAU).

Esta implica que se necesite crear códigos morfológicos y un plan especial para el campus, en donde claramente se puedan ver los sitios en donde se puedan implantar las nuevas edificaciones, las formas de ocupación de suelo de estas nuevas edificaciones, las alturas máximas que deberían tener, los usos de suelo que se permitirían en las diferentes zonas del campus para  complementar los usos existentes con las nuevas actividades, que logren convertir al campus en un barrio sostenible y un laboratorio urbano. Además se debería contar con una normativa clara con los criterios de diseño urbano y parámetros arquitectónicos que deben ser utilizados para lograr cumplir con los objetivos de activar y dotar de seguridad a los espacios tanto internos como externos sin necesidad de cerrarse o forzar las condiciones de seguridad;  aplicación del diseño pasivo y arquitectura bioclimática para lograr excelentes condiciones de luz natural, asoleamiento, ventilación y confortabilidad en las edificaciones nuevas y existentes, ,  compatibilidad de usos con umbrales de publicitud y privacidad,  porcentajes de piso permeables que permitan un adecuado manejo de escorrentías y recuperación de acuíferos (FAU), tipo de vegetación a ser utilizada para ir conformando redes bióticas enlazadas a las redes naturales de las cercanías (biología).

Se debería facilitar también el uso de la bicicleta (pedalear), por lo tanto, se debería implementar la integración de puntos al interior y en los bordes del campus al sistema de bicicleta pública, y pacificar el tráfico motorizado al interior (zonas 20km/h) y en las colectoras locales (Gatto Sobral, Ritter y Bolivia) 30km/h para que circulen las bicis por calles, senderos y espacios seguros y con la suficiente infraestructura para aparcar las bicis con seguridad.  

Si bien el campus va a tener una estación del metro en su entrada por la Av. América y tiene algunas líneas de buses que rodean el campus y acercan a sus estudiantes y usuarios a diferentes puntos del mismo, se podría ampliar la cobertura de conexión, acercando a los barrios de las partes altas y cercanos a la U (Toctiuco y San Juan) por cable (ingeneirías).

Se debe  tener densidades suficientes (densificar) que hagan factible generar diversidad de actividades en las cercanías (mezclar) por lo que se propone que al interior del campus  se debería llegar a tener una población fija de al menos 100 habitantes por hectárea o 5000 habitantes (50 ha, tomado en cuenta la parte que está sobre la Av. Mariscal Sucre en donde se encuentra la Facultad de Educación Física) , siendo que lo ideal para desarrollar actividades por cercanía está en al menos 200 habitantes por hectárea (10.000 pobladores fijos), pero debido a que la UCE tienen una alta población flotante, la densidad de 100 hab/ha, podría considerarse mínima suficiente para lograr este objetivo.    Por lo tanto, la residencia universitaria con varias tipologías de viviendas debería implementarse (FAU).

También se plantea que se reduzca progresivamente los espacios destinados a los automóviles, tanto los de circulación como los de estacionamientos (cambiar), lo cual se lograría reducir acercando a los estudiantes a vivir en el campus o cerca del mismo (el mercado de alquileres alrededor del campus bajaría si el campus ofrece posibilidades de residir a su interior por un precio razonable) y las mejoras del sistema de transporte público deberían complementarse con la reducción de los espacios destinados para estacionamientos al interior del campus.  (ITDP, 2017).  

Aplicando todo esto, el campus podría transformarse en una micro-centralidad a su interior y además en una fuerte centralidad sectorial que sirva a los barrios aledaños, generando oportunidades de producir y trabajar (aparte de estudiar que ya está intrínseco), potenciando el desarrollo de actividades culturales con los teatros, museos, auditorios y bibliotecas con que cuenta la universidad, y con la integración de los espacios deportivos y recreativos para el uso de la comunidad.

Potenciando esto con los barrios vecinos y con los nuevos residentes al interior del mismo, se tendría un barrio activo que genere su propia dinamia urbana y contribuya a evitar la expansión y dispersión urbana, y a reducir los viajes en transporte motorizado, logrando de esta manera aportar en la compactación y consolidación de la urbe actual. 

Todos estos planteamientos implican un cambio en la forma urbana, pero también hay que realizar planteamientos que implican cambios en los hábitos de los ciudadanos, es decir en la vida urbana. Todo esto está actualmente en boga y está en el discurso oficial de organismos internacionales como la ONU, es parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) siendo el último la Nueva Agenda Urbana de Hábitat III (2016).

Por lo tanto y complementario a todo lo planteado anteriormente se debe tener metas para que el campus sea un ejemplo a replicar de vida urbana sostenible.  El hecho de aportar en la reducción de viajes motorizados, así como en la compactación y consolidación urbana, va en esta dirección, pero no sería suficiente, por lo tanto se propone también tomar acciones para reducir los desechos urbanos, que permitan pasar de un metabolismo lineal -extracción de recursos naturales y producción de desechos- a un metabolismo circular, que minimice la extracción de recursos naturales y reduzca considerablemente la producción de desechos (Girardet, 1992), (Rogers, 2006) (Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, 2008).

Siguiendo este principio, se propone producir alimentos en el campus y en sus terrenos aledaños, aprovechando los residuos orgánicos de los habitantes y usuarios, los cuales serían convertidos en abono natural a través de sistemas de compostaje (agronomía, veterinaria) y en energía mediante biodigestores que produzcan biogás (FIGEMPA). La agricultura debería cambiar su forma actual de producción por una agricultura orgánica, de variedad de cultivos y a distancias cercanas del consumidor, hay muchos estudios que logran excelentes resultados de producción (Facultad de Agronomía).  

Se debe también entrar en un proceso de reducir, reciclar y reutilizar (química, biología, arquitectura, artes, FIGEMPA, economía, diseño industrial). Crear productos marcas UCE con procesos de reciclaje y reutilización de desechos del campus (cartón, papel, pets, plásticos, escombros, vidrio), produciendo desde papel reciclado para uso de los estudiantes, hasta productos innovadores producto de las investigaciones, y que podrían desarrollar patentes, crear emprendimientos productivos y micro empresas universitarias.   

Se debería volver a poner énfasis en lo local. Mientras más materiales locales se utilicen, se evitaría la importación desde grandes distancias ahorrando muchos recursos energéticos.  Fomentar las investigaciones que permitan innovar con productos marca UCE que utilicen materiales locales (territorio ecuatoriano).  El uso de materiales locales para la construcción garantiza una excelente adaptación con el clima y el paisaje y además conlleva un ahorro energético.    Valorar lo local y crear un mercado con productos locales, y artesanalmente fabricados, generando consumo en el barrio (en este caso al interior del campus y los barrios aledaños) (FAU, Facultad de Artes, Diseño de Producto, Ingenierías).

Se debería igualmente buscar ser más eficientes. La eficiencia energética se refiere a un concepto de optimizar la energía existente para producir el efecto deseado. La energía necesaria para nuestras actividades debe ser en lo posible   de fuentes locales y renovables de energía como paneles solares, células fotovoltaicas, energía eólica, energía hidráulica, biogás, geotérmica, con un criterio de ahorro máximo. Somos un país privilegiado por el sol, las investigaciones y el desarrollo de tecnologías podrían empezar aplicando en casa, al interior del campus.    (FIGEMPA)

El vegetarianismo es una buena opción para un gran ahorro de energía, los nutricionistas y gastrónomos tienen un campo para investigar aquí, creando una red de restaurantes al interior del campus con este valor agregado, en donde se intercambien alimentos orgánicos producidos localmente con alto valor nutricional y riqueza gastronómica tradicional o innovadora (habría que crear una facultad de gastronomía, hotelería y turismo que recoja las carreras afines que ya existen en la UCE).  

Finalmente, hay muchos que plantean que se debe medir la felicidad de la gente y no valorar el nivel de desarrollo por los ingresos de la gente, lo importante es el bienestar físico y espiritual de los ciudadanos (Psicología, sociología, pedagogía, filosofía). 

Al lograr reducir la extracción de recursos de zonas lejanas y tener un proceso de producción mediante la reutilización y el reciclaje, se estaría entrando fácilmente en un proceso de economía circular. Muchos insumos para el funcionamiento de la UCE saldrían de aquí mismo.  Se podría inclusive llegar a tener moneda propia para los intercambios y transacciones al interior del campus.   Por ejemplo, un estudiante que entrega a los centros de acopio para un futuro reciclaje, los cartones y papeles que ya no utilizará, recibiría vales que puede utilizar en los restaurantes, papelerías, farmacias o servicios de la UCE. Lo mismo sucedería con un estudiante que ha estado ayudando en alguna investigación, servicio o docencia. 

Aquí entran también todas las propuestas de cooperativismo y modelos de gestión basados en la solidaridad, aplicando de esa manera la economía social y solidaria.  Se debería por lo tanto fomentar el surgimiento de emprendimientos cooperativos y el trabajo cooperativo. (Facultad de Economía). 

La economía debe estar regida por las leyes naturales y la naturaleza funciona por la cooperación de cada una de sus partes conformando ecosistemas, en donde todos cumplen un rol importante para el equilibrio de la vida. Por lo mismo se debe trabajar juntos con el apoyo de las fuerzas de la naturaleza en preservar el equilibrio ecológico y el bienestar de todos.   Este pensamiento vuelve la mirada a saberes ancestrales como al Sumak Kawsay o Buen Vivir, el respeto a los Derechos de la Naturaleza y la cosmovisión indígena y en nuestro caso, la cosmovisión andina (antropología, ciencias sociales, ecología, biología, economía).

Se debería además recuperar la ciudad para la gente y la aplicación del derecho a la ciudad (Lefebvre, 1978), (Harvey, 2013), (ONU-Hábitat, 2005), para que existan condiciones equitativas para todos en cualquier lugar; que todos los lugares de una ciudad tengan el mismo valor de uso, todos presenten las mismas condiciones de calidad espacial y calidad de servicios (derecho, ciencias sociales). 

Un espacio debería ser valorado por su valor de uso y no por su valor de cambio, ya que, en este último entran varios intereses de mercado, generalmente financieros y especulativos, que determinan un valor creado en base a atributos de deseo y consumo, convenciendo en base a la publicidad que eso es lo que vale y lo que la gente debe aspirar a tener para considerarse un ser exitoso y por lo tanto se generan grandes desequilibrios. Cuando se trata de darle valor de uso a un sitio, en cambio se velará porque ese sitio tenga servicios de infraestructura, espacio público, equipamientos y viviendas de calidad, y condiciones ambientales y espaciales que permitan un desarrollo equilibrado y equitativo; que aumenten las posibilidades de un desarrollo humano integral, respetuoso de la diversidad, la identidad cultural, conserve  el patrimonio,  fomente la participación ciudadana y las actividades  culturales; que exista seguridad y se dé la  prosperidad mediante el fomento de actividades productivas sin explotar a otros seres humanos, animales o a la naturaleza, sino más bien en base a la solidaridad, el cooperativismo, la participación comunitaria, la libertad y el respeto al equilibrio natural; que se vele por el bien común,  que permita una vida tranquila y feliz  de los que cohabitan nuestro territorio (derecho, , economía, ciencias sociales, ciencias de la vida). 

Muchos ejemplos de esto ya se están dando en el mundo y se enmarcan en los conocidos movimientos y  pueblos en transición (Red de Transición , 2019) (Hopkins, 2008) que se basan principalmente  en los principios de la   permacultura  desarrollados por Bill Mollison y David Holmgren como herramientas  para la creación de asentamientos humanos sostenibles observando los ecosistemas naturales. Que se cumpla lo que  predijo James Howard Kunstler en el documental El fin de Suburbia  “En el futuro, trabajaremos en donde vivimos, sembraremos cerca de donde vivimos y seremos buenos vecinos” (Greene, 2004).

El campus como laboratorio urbano

El campus universitario al ser un territorio que cumple una función pública, no entraría en el juego especulativo de agentes inmobiliarios e intereses privados, por lo tanto, se convierte en una oportunidad ideal para aplicar a su interior propuestas que lleven a generar indicadores de vida urbana sostenible, de prosperidad, equidad y determinar objetivamente el valor de uso por la calidad de los espacios, usos y servicios que tiene a su disposición.

Por lo tanto, se convertiría en sí en un gran laboratorio urbano en el cual, a partir de metas a cumplir en el tiempo, se pueda medir y observar lo que pasa con cada una de estas acciones que se han tomado.  Esto permitiría tener a disposición de la comunidad resultados objetivos que podrían ser replicados en diferentes barrios, permitiendo generar políticas públicas.  En los párrafos anteriores entre paréntesis han sido colocados algunas carreras y facultades que podrían tener incidencia directa en cada una de los puntos analizados.  Estas mismas carreras podrían ir generando indicadores, observando lo que pasa, haciendo correctivos y mejoras con lo cual se aportaría sustancialmente tanto a la ciencia de las ciudades, así como a la vida de la comunidad, cumpliendo a cabalidad sus roles de docencia, investigación y vinculación con la sociedad.

Cada uno de estos objetivos para lograr un campus que sea un ejemplo de una vida urbana sostenible, se anclarían a las diferentes carreras, programas de pos graduación, cursos de formación, proyectos de vinculación con la comunidad e investigaciones.

Todo esto iría acompañado de campañas de comunicación y difusión (FACSO) para posicionarnos en el mundo como una universidad que aporta al planeta con soluciones reales y probadas y que va camino a la transición hacia una vida urbana sostenible.

Bibliografía

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Daniela Sofía Loaiza Jaime Andrade Heymann

La Muerte del Espíritu de la Ciudad

El Espíritu de la ciudad de Quito se está extinguiendo. Lo estamos disfrazando con capas, cada vez más espesas y densas, de mentiras edificada y de hipocresía materializada. Ese Espíritu, esa luz a la que hemos ido ocultando y arropando como a una lámpara, con una manta sobre otra y sobre otra más espesa, hasta que esa vigorosa energía luminosa, se ha convertido en un débil destello cada vez menos perceptible; puede que siga existiendo en esencia, pero cada vez es más difícil distinguir.

Es muy difícil poner en palabras lo que es el espíritu de un lugar, a pesar de que existe literatura de autores que llegan bastante cerca1. Pero, si bien se puede hacer una descripción muy precisa y sensible de un lugar, el espíritu es algo que sólo se siente, si somos lo suficientemente sensibles, si tenemos la habilidad para detenernos en este mundo que se mueve ahora a toda velocidad, si escuchamos y miramos con cuidado lo que ese lugar quiere ser2. No debemos imponernos, sólo tenemos que dejarle ser, sin exigirle, sin dominarle; el ego debe quedar a un lado. Ese espíritu que los lugares tienen impregnado naturalmente, es lo que nos conmueve, lo que los vuelve únicos y mágicos, es lo que nos quita el aliento y nos hace sentir esos lazos afectivos3 que nos atan a ellos más allá de la dimensión terrenal. Lo mismo pasa con la ciudad, con el espíritu de cada una, con el espíritu de Quito.

Quito, ciudad andina, enclavada entre volcanes recostados como si fueran dragones dormidos. Atravesada por cientos de cordones de agua que vienen de esos páramos que nos contienen en un abrazo. Tierra donde, a casi tres mil metros de altura, se viven veranos e inviernos intensos en cuestión de minutos. Donde se puede cultivar uvas, tunas y maíz en la misma hectárea de terreno. Donde se puede mirar historia viva en los indígenas que caminan cotidianamente por las calles. Donde la arquitectura prehispánica, de la colonia y de la república se entrelaza con actividades, culturas y personajes contemporáneos. Donde los rayos del sol caen de forma perpendicular y alumbran mágicamente cada uno de los espacios que atraviesan. Donde el damero español se manifiesta en la noche como hilos de una red iluminada entre masas sólidas edificadas. Donde se evidencia con fuerza la llegada del movimiento moderno mientras se camina entre parques y edificios de hormigón visto, ladrillo, madera y vidrio. Donde quedan algunas pistas de lo que se concibió como ciudad jardín. Donde se dibujan mosaicos agrícolas en las periferias. Donde las montañas y los ríos son esos hitos naturales, que nos hacen sentir orientados y contenidos en el territorio. Donde se despliega una diversa paleta de historias apasionantes en escenarios precolombinos. Donde se reconocen pixeles de diversos colores, razas y granos. Donde la ceniza y el movimiento del suelo nos recuerdan que nuestra tierra está viva. Paisajes colmados de memoria. Ciudad de muchos tiempos4.

Sabemos, por tantas veces que hemos citado a Humboldt, que vivimos rodeados de volcanes, pero los (horribles) edificios, cada vez más prominentes, ubicados en los puntos más elevados de la ciudad, ya no nos permiten verlos. Ahora, poder reconocerlos en el perfil de la Ciudad5 es un privilegio reservado sólo para quienes compran, a precios bastante inflados, esos pomposos pisos en altura. Ese paisaje andino es algo propio de la Ciudad, que nos está siendo ocultado. La esencia de Quito está siendo vendida y, unos pocos, están lucrando con el Espíritu mismo de la Ciudad.

Desde los primeros mapas de Quito, aún un damero de pocas cuadras, se lo dibujó con el Pichincha, con Su Volcán6, como telón de fondo (ignorando, intencionalmente, las normas y convenciones internacionales con relación a la posición del norte en las cartografías y mapas) como contenedor y abrazo cálido de la ciudad, como elemento imponente y jerárquico, como hito de patrimonio natural, como símbolo propio de una capital andina en la mitad del mundo, como un dragón recostado, siempre vigilante, cuidando de su gente. Ahora, a pesar de su majestuosidad, ese volcán es olvidado porque ya no lo distinguimos más en nuestros espacios cotidianos.

Ahora, aparentemente, sólo quienes viven en esos edificios “eco-eficientes” serán los afortunados de poder mirar al menos unos pocos y débiles destellos de ese espíritu de Quito, enterrado profundamente bajo las capas espesas de la corrupción, el individualismo y la ambición. En nombre de la “densidad de la meseta” y de incrementar el grado de “mixticidad, intensidad y concentración de actividades”, aparentemente, hoy se puede levantar cualquier vergonzosa obra, desvaneciendo la historia, que es elemento fundamental de la centralidad7 que tanto predican.

Sabemos que vivimos en un territorio rebosante de arterias de agua, alimentadas por esos magníficos páramos que son nuestro envolvente. ¿Cuántos de esos cursos del agua, que dieron origen a los asentamientos humanos de Quito, han sido canalizados, desviados, taponados, o finalmente desaparecidos en nombre de “lo urbano”? Monumentales complejos corporativos y habitacionales, ineficientes e impertinentes (pero “eco-amigables” y “bio- miméticos”), se están edificando encima de ellos. Están jugado a ser dioses, a “colonizar” lo indomesticable, y además creen, ingenuamente, que la tierra viva donde nos asentamos, va a aguantar tanto irrespeto por mucho más tiempo. El agua que caracteriza a los Andes quiteños, se está agotando; esos monstruos edificados, la están secando. Pero un buen día, regresará con ira, y se irá llevando todo intruso que encuentre en su camino.

Ah, pero eso sí, el discurso nos cuenta con voz “esotérica y de autoayuda” que el agua de los edificios se recicla y se reutiliza para regar esos huertos (absurdamente artificiales) que suben el costo de cada metro cuadrado de construcción. Esos edificios que están consumiendo de forma explosiva las zonas agrícolas y rurales de la ciudad, son los que nos venden, hipócritamente, con la entelequia de eficiencia ecológica, paisajística y ambiental.

¿Cuánta agua consumen esos horrorosos jardines verticales, o terrazas verdes (con césped, o en el mejor de los casos: césped sintético) que requieren de mantenimiento minuto a minuto para que esas pobres plantas (que es evidente que sufren por el frío y el viento) impuestas egocéntricamente en el edificio, puedan vivir (sobrevivir)? Cualquier cosa se hace ahora en nombre de “lo bello sigue patrones formales de la naturaleza”; discurso que ayuda a subir un poco más el valor del bien inmueble mientras se construyen edificios que más parecen contorsionistas de circo. ¿No hay ningún impacto energético en eso? ¿No hay huella de carbono en eso? ¿Dónde está la ecoeficiencia?

El verdadero problema que la ecoeficiencia debería resolver es que la gente prefiera la ciudad central y deje de consumir y ocupar extensivamente la ciudad. Nos han vendido, equivocadamente (aunque con absoluta intención) el discurso de la nueva verticalización de Quito como sinónimo de densificación y desarrollo. Eso es errado. Es sólo una más de las tantas herramientas que permiten densificar la ciudad. Y a propósito de densidad ¿Qué pasa con todos esos terrenos subutilizados del hipercentro de Quito, cuyos dueños son grandes operadores privados? No se dice nada sobre eso por ningún lado, aparentemente es mejor mantenerlos discretamente en silencio. ¿No sería mejor, primero, ocuparnos de todo el suelo que se subutiliza en la Ciudad antes de pensar en edificar esos GIGANTES que, tal como se los concibe hoy, sólo terminarán intensificando, aún más, la segregación socio-espacial?

La densidad, la sostenibilidad, el acceso, la democracia, entre otras palabras que están siempre presentes en los discursos, son hipócritas mentiras con las que nos quieren ver la cara, y, además, lucrar con ello. Cómo deben reírse a nuestras “ingenuas” espaldas. Pues que lo sepan, los ingenuos son ellos, los que venden esos discursos sin gota de vergüenza y sin gota de sangre en la cara. Que se enteren de una vez que la tierra donde nos asentamos está viva, tiene memoria, y Ella, no se los va a perdonar. Ese espíritu, sigue ahí, por más “verde” que le quieran poner encima para esconderlo.

¿Por qué no hablamos del Machángara? Río que fue germen de la ciudad, permitiéndole que se inserte en ese preciso lugar, para estar cerca del agua que alimentaba los cultivos y a los animales. ¿Por qué esto que nos dio origen, es ahora el más grande basurero de Quito?

¿Quién quiere mirar al Machángara de frente, a la cara? ¿Quién ha diseñado o planificado la ciudad para que ese elemento, semilla de vida ciudadana, vuelva a la luz? ¿Porqué no hacemos una propuesta?

Hablemos del Hotel Quito y su entorno, que bien nos vendrá de excusa ahora para hablar de lo que pasa en toda la Ciudad. Hablemos de cómo ese edificio ha sido respetuoso con Su espíritu. Primero, su emplazamiento, acompaña armónicamente la topografía del sitio, sin imponerse de forma egocéntrica, o colonizando el territorio. La forma misma de la barra que compone la base, incorpora a la meseta de Quito y su paisaje por el occidente, y al valle y la cadena montañosa oriental. Incluso, nos atreveríamos a decir que hay una ligera intención, de regresar a ver a la profunda quebrada que crea el Machángara. La torre, se levanta discretamente, no con cuarenta, ni con veinte ni siquiera con diez pisos, se levanta con siete pisos, sin crear un obstáculo entre la gente, su Ciudad y su Volcán.

El Hotel funcionó activamente como receptor y contenedor de diversas actividades colectivas e individuales. Y su arquitectura, es símbolo vivo del espíritu mismo de una época de la arquitectura en esta ciudad. Tiene memoria, y cuenta historias que nos regresan a nuestras raíces. Algo que tanta falta nos hace ahora, por la velocidad a la que estamos acostumbrándonos a vivir. Nuestra historia es lo que somos, nos da pistas para seguir caminando, por eso no debemos borrarla y es importante y fundamental conocerla. Olvidémonos de eliminar lo poco que queda de esa historia para el beneficio y provecho económico de unos cuántos, torciendo todas las normas posibles. Queremos topar el cielo “eco-eficientemente”, con raíces débiles y poco profundas y, descaradamente, lucrar de ello.

¿Qué hacen esas torres monstruosas frente a la puerta principal del Hotel Quito? ¿Cuándo construyeron eso? ¿Quién les dio permiso de apuñalar así las características propias del sitio físico? ¿Cómo se atrevieron a aniquilar lo poco que quedaba del espíritu de ese lugar? A veces creemos que es necesario sólo el simple sentido común o un mínimo de sensibilidad con el medio donde se interviene, para saber que eso es lo peor que pudieron haber concebido y edificado. Pero, aparentemente, el sentido común y la sensibilidad con el sitio, no se llevan tan bien con los intereses personales ($) de unos pocos.

Lo “eco-eficiente” ¿no tenía que ver con Desarrollo Orientado al Transporte? ¿No tenían definidos polígonos desde las paradas de metro y buses de tránsito rápido (Trole, Ecovía y Metrobus)? Aparentemente, nada tiene que ver la “eco-eficiencia” con la movilidad en la ciudad. Nada tiene que ver con densificar los polígonos de influencia del transporte masivo. Nada tienen que ver con transporte esas horrendas torres frente al Hotel Quito y esos elefantes “verdes” en el valle oriental. Basta con poner unos pocos parqueaderos de bicicletas en el “espacio público” del edificio para lavarse las manos y seguirse justificando.

Y a propósito de dichas torres, ¿Quién concibió ese paredón ciego que se alcanza a ver, perfectamente, desde la entrada a al valle de Tumbaco? ¿Con qué discurso gráfico, folclórico, pintoresco, esotérico, místico, metafísico, energético, espiritual, de “arte urbano” nos querrán ver la cara esta vez? ¿Esa muralla ciega fue concebida como medianera? Si es así, ¿Quién autorizó la venta de esos lotes que no existían hace pocos años? ¿Cuántos lotes se inventaron para poder destruir el patrimonio edificado de Quito? Y ahora ¿Qué vamos a hacer con ese paredón? Seguramente, pensarán que “los ingenuos” nos quedaremos tranquilos con un poco de pintura barata y leguleyadas maquilladas de verde. No es así. Estamos vigilantes. No van a venir con maquillajes romanticones y cursis a recordarnos lo que fue alguna vez el espíritu de la ciudad al que siguen tapando con sus horrendos mamotretos titánicos prefabricados.

¿Queremos ver a toda la ciudad de Quito así? Llena de edificios que aniquilan el frágil rastro que queda del espíritu de la Ciudad. ¿Qué podemos hacer para que la Ciudad no siga este mismo patrón que desaparece lo que ES Quito? Podríamos empezar por sensibilizarnos con su situación geográfica. Dejar de darla por hecho. Detengámonos un momento, y bajemos de esta vertiginosa tendencia de construir cosas gigantescas, que desafían toda ley natural, por el simple hecho de desafiarla. La ciudad de Quito no necesita crecer en altura. Ya tiene algunos hitos, muy bellos desde su composición plástica y estética, que marcan un momento histórico, donde el ser un pilón, era parte de una escuela modernista que quería enaltecer esa domesticación de lo natural frente a lo edificado8. Donde era importante mostrar que el duelo entre la naturaleza y el ser humano, la ganaban estas grandes torres gracias a las nuevas tecnologías de la época. Es parte de nuestra historia, no debemos borrarla, pero sí, permitirnos aprender9 y también rectificar los errores cometidos10.

El momento que vivimos ahora, es diferente. Y la conciencia que debemos tener, de que la intención no es colonizar el medio, no es domesticar ese espíritu con el que hemos decidido vivir. Debemos negociar con Él, equilibradamente, nuestras intervenciones. No es un duelo, es una negociación, en donde el ser humano, y la Ciudad, podrán convivir armoniosamente. Donde las innegables fuerzas de la naturaleza, la ciudad construida y la vida del ser humano, constituyan un inaudito equilibrio11.

La famosa “identidad”, palabra tan en boga en esta época, no tiene nada que ver con vestir fraudulentamente a la gente y a la ciudad, de plumas, semillas y hojas exóticas. Nada tiene que ver con hacer monumentos a la geografía, cuando tenemos una geografía que no necesita más que ser tomada en conciencia. Nada tiene que ver con hacer estadios en la mitad del mundo para atraer turismo. Nada tiene que ver con “construir sueños” en la piscina “más alta del planeta”. Nada tiene que ver con vender aire (y “crear suelo”) para que sólo unos pocos tengan el exclusivo privilegio de disfrutar de la Ciudad del Volcán. Nada tiene que ver con convertir a los mercados mayoristas en “mercados gourmet” de fritadas y llapingachos para que los extranjeros se tomen “selfies instagrameables”. Nada tiene que ver con incentivar el crecimiento en altura para pertenecer a una cultura con “identidad global” que atraiga inversión y “turismo inmobiliario”.

Estamos invisibilizando nuestra identidad, atrás de toda esa parafernalia absurda y banal, detrás de todo ese maquillaje extravagante, de esas estrafalarias máscaras “verdes”. Debe existir una fuerte compenetración con nuestra historia, con nuestro sitio físico, con nuestra geografía y nuestra auténtica cultura para poder pensar en levantar, así sea la más pequeña escultura en nuestra ciudad. El espíritu de Quito, aún no ha muerto, levantémonos fuertes, y paremos, de una vez por todas, estas ilógicas y desatinadas intervenciones, y permitamos que vuelva a brillar esa luz andina que necesitamos para iluminar estos oscuros y sombríos senderos por los que estamos caminando ahora. No permitamos que el Espíritu de la Ciudad de Quito muera por intereses de quienes NO LA MERECEN. Esto no es un juego. Hagamos propuestas factibles, sensatas y sensibles ¡YA!

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VIDAL MORANTA, Tomeu y POL URR⁄TIA, Enric. La apropiaciÛn del espacio: una propuesta teórica para comprender la vinculación entre las personas y los lugares. Anuario de PsicologIía [en línea] 2005, vol. 36 [citado 2011-11-07]. Disponible en: 224 <http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=9701740600 3.>. ISSN0066-5126.

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Patricia Palacios

Talleres Nómadas: La calle como escuela

El Homo sapiens camina. Una persona que no lo hace está incompleta[1]

Jan Gehl

Estudiante, no hay camino, se hace urbanismo al andar

La materia Talleres Nómadas es de carácter experimental o vivencial. No surge ni copia experiencias internacionales en voga. Surgió a partir de la latente necesidad de actualizar y aportar conocimiento sobre las ciudades, también como posibilidad de relajamiento y escape frente a la enseñanza aprendizaje sedentarios, rendidos al aula física o a la virtualidad dura, pero, sobre todo, como oportunidad para la familiarización con la ciudad por parte de l@s estudiantes, para fomentar el disfrute de la vida urbana y de la interactividad socio-espacial que allí tiene lugar. Esto favorece el conocimiento vivencial, el análisis in situ, la curiosidad y capacidad de asombro del colectivo universitario enfocado en la arquitectura y en la ciudad, estimula su pensamiento propio y crítico, así como la actitud proactiva del/la estudiante y futuro profesional, respecto a la realidad urbana que va encontrando y que podría reinventar.   

Efectivamente, en la trayectoria seguida por la materia desde su creación en el 2019, se han producido múltiples hallazgos y gratas coincidencias con innovadoras experiencias formativas impulsadas por arquitectos en otras latitudes. Es el caso del curso universitario Artes Cívicas, implementado por Francesco Careri, en Roma, que es “donde se enseña a perder el tiempo para ganar espacio, a andar y tropezarse con alguien, a entrar en ciertos lugares para detenerse en ellos y hacer arquitectura, a saludar cuando llegamos y cuando nos vamos” (Careri:2016:8). Jan Gehl, por su parte, cuando se reconoce su aporte al hecho de que Copenhague sea reconocida como la ciudad más habitable del mundo, comenta que “en la Escuela de Arquitectura de esta ciudad fuimos pioneros en el estudio y la defensa de la calle para la gente”, o que “caminar es la manera más agradable de moverse por una ciudad, pero exige ir despacio. Yo digo que no pierdes el tiempo, ganas la vida” (El País.com, 2016/09/14). 

Buena parte de dichas experiencias formativas y varias más, se han inspirado en la Teoría de la Deriva (Debord,1958), de la Internacional Situasionista europea de mediados del siglo pasado, o en el activismo urbano de Jane Jacobs.  En este caso inclusive, sus seguidores han logrado instaurar a nivel internacional el Jane’s Walk o Paseo de Jane, que es un enfoque comunitario de producción de ciudad que, mediante recorridos grupales a pie, guiados por voluntarios, crean oportunidades o “espacios para que las personas observen, reflexionen, compartan, cuestionen y vuelvan a imaginar los lugares en los que viven, trabajan y juegan”. (janeswalk.org)

Sin embargo, no es la validez de tales prácticas y argumentos académicos las que demuestran la pertinencia y han sustentado la implementación de la asignatura Talleres Nómadas, sino sobre todo, el interés y los testimonios estudiantiles al respecto, las adhesiones intra y extra universitarias a tales actividades -pues en varias oportunidades solicitaron y participaron en ellas sus familiares, amig@s y compañeros de otros cursos-, pero además, el involucramiento ciudadano espontáneo y la interacción directa con la gente en las calles.  Huelga decir que la acogida y el respaldo académico han sido funtamentales a la hora de impulsar el acercamiento estudiantil a la realidad urbana concreta.  

En síntesis, el principal objetivo de los Talleres Nómadas es la creación de oportunidades para que l@s estudiantes puedan experimentar en vivo y en directo la dinámica urbana a través de recorridos por la ciudad y reflexiones o debates in situ, es decir, en la propia calle o espacios públicos visitados. Mientras que la metodología aplicada en esta materia es reflejada en su propio nombre, ya que asume el sustantivo “taller” en sentido polisémico, es decir, tanto como el lugar que acoje la actividad, en este caso la calle, como la modalidad de trabajo, en este caso, la producción colectiva y vivencial de conocimiento sobre una realidad socio-espacial concreta y cotidiana. El adjetivo Nómada, por su parte, es asumido como el transitar errante pero interactivo y reflexivo por el espacio urbano siempre distinto. 

 

Originalmente, la materia se estructura con base a una serie de recorridos y prácticas espaciales mínimamente programadas, para dar paso al descubrimiento y novedad, como se observa en esta bitácora videográfica Talleres Nómadas 2019-2020 producida por un estudiante de dicho período académico. Sin embargo, debido a la situación pandémica, este caminar reflexivo por la ciudad, que es la metodología consustancial a esta materia, debió sustituirse con una diversidad de actividades virtuales correlativas que, de todas maneras, despertaron por igual el interés e implicación estudiantil, como se manifiesta en sus respectivas bitácoras.

  • La calle y el caminar, como recursos pedagógicos en arquitectura y urbanismo.  

La propuesta de salir a caminar y experimentar la calle como escuela, no es idílica ni ingenua. No sólo durante la pandemia que nos azota, hemos constatado el riesgo de salir y caminar por la calle.  Las mujeres, l@s adulto@s mayores, las personas con capacidades diferentes, los niños, la gente trans, la población migrante, lo hemos experimentado siempre, da igual, a plena luz o por las noches. La calle no solo tiene virutosidades como podríamos pensar desde una perspectiva idealizante de la misma, sino que contrasta drásticamente con la correlativa percepción del ciudadan@ de a pie, como pudimos constatar justamente al recorrerla reiteradamente y asumido como objeto y sujeto de aprendizaje. 

Entendiendo al flanneurismo y la deriva urbana en su valor pedagógico, tales prácticas han sido adoptadas en la enseñanza-aprendizaje de arquitectura y urbanismo desde hace mucho, en diferentes versiones. En este sentido se asume, que al dejarse llevar por el propio deseo y por situaciones surgidas a pie de calle, aplicando la “psicogeografía urbana”, se logra poner en relieve, por ejemplo, la “ciudad no utilitaria, sino vivida para el ocio y las relaciones sociales”, o planear edificaciones “con la idea de ofrecer sorpresas, distracciones y otra serie de experiencias a los visitantes”, como es el caso de algunas obras del arquitecto Jon Jerde (es.wikipedia.org). Se entiende además, que “la actividad de caminar, al estar estrechamente vinculada con el espacio y el tiempo, permite recomponer la percepción fragmentada del espacio” (Torrecilla, 2016:172). También en esta línea, la materia Talleres Nómadas busca crear oportunidades para aprender y desaprender la propia relación con el espacio y experimentar las sensaciones del cuerpo en él, en un acto de mutuo conocimiento y reinvención. 

En la actualidad, con el advenimiento de la tecnología digital, las técnicas de realidad aumentada y simulada, la implantación de la virtualidad en la interacción social y el desarrollo de la educación en línea, se diría que salen sobrando las prácticas espaciales presenciales y el conocimiento sensorial usadas pedagógicamente. Sin embargo, 

«Frente a la experiencia vertical y virtual que permite sobrevolar el espacio, se propone un aterrizaje para experimentar la visión horizontal, que es la mirada del flâneur, quien utiliza el cuerpo y esta vez la tecnología, para, a través del movimiento producido por el acto de caminar, establecer un contacto directo con la ciudad y sus habitantes y así reconocer un entorno que se presenta cada vez más abstracto.» (Torrecilla,2016:165)

Se trata, por tanto, de asumir la espacialidad híbrida, resultante de la combinación de espacio físico y espacio digital, como “oportunidad de experimentar nuevas dimensiones espacial y temporal” (Torrecilla, 2016; 172) y, dicha hibridación, como “una respuesta a la fragmentación urbana y una solución para la recuperación del espacio público físico” (Di Siena 2009, en Torrecilla, 2016; 172),

  • Percibir, interpretar, representar, comunicar la situación e interrelación socioespacial urbana

Elemento necesario de la materia Talleres Nómadas y del conocimiento activo y transformador que ella intenta lograr, es el poder expresarlo, sistematizarlo y compartirlo, pero no como una exigencia moral ni académica, sino en un sentido libre, creativo, alternativo y crítico. 

Se inspira, de cierta manera, en la corriente iconoclasista internacional que genera “gráficas creativas de investigación colaborativa para elaborar narraciones críticas que disputen aquellas instaladas desde diversas instancias hegemónicas” (iconoclasistas.net) y, en la experiencia del colectivo Stalker, compuesto por artistas y arquitectos romanos, que desde 1990 convirtió el andar en su principal instrumento de acción y lo consideró como práctica estética. En su manifiesto, este colectivo señala, que el sentido del conocer los territorios actuales,  las zonas olvidadas de la ciudad que conforman el negativo de la ciudad contemporánea, los lugares difíciles de comprender y difícles de proyectar, fue “percibirlos en su devenir, representarlos sin necesidad de definirlos gracias a la representación involuntaria” (Careri, 2016:16). Tal representación fue uno de los ejercicios más significativos de esta experiencia conocida como Archipiélago Stalker, pues con el uso de categorías socio-espaciales conocidas e instrumentos convencionales, como mapas, descripciones, informes, ni siquiera con fotografía, se lograba armar una narrativa coherente con lo experimentado, que refleje las situaciones y dinámicas nuevas encontradas en el recorrido. 

Desafío similar se plantea a los estudiantes de la materia Talleres Nómadas al momento de representar lo experimentado en la calle, pues ¿cómo se representa lo desconocido, lo volátil, el vacío, lo que fue en ese momento y al minuto ya no es ni está más, lo que está en permanente reinvención?. Para el efecto, la materia se apoya pero no de manera exclusiva, en experiencias e instrumentos usados o producidos por la corriente iconoclasista internacional mencionada anteriormente, por el colectivo local “fanzinederiva”, para quien el fanzine le significa y es producido como un acto de reciprocidad con el lugar visitado (Colectivo Fanzinederiva, Palacios y Ospina, 2017) y, en general, por cartografía crítica y multimedia al alcance. 

Con las prácticas espaciales, reflexiones y actividades desarrolladas en este sentido,  la materia contribuye a desarrollar la capacidad interpretativa, sistematizadora, narrativa y comunicativa de los estudiantes sobre su experiencia espacial urbana.

  • Conclusión

El conocimiento que se desarrolla a través del recorrido reflexivo por las calles de la ciudad aporta a la carrera y a la formación profesional en varios sentidos. A nivel teórico-conceptual, pues con base a información primaria y experimentación directa el/la estudiante comprende la ciudad en tanto realidad compleja y dinámica, no puramente física y estática, en la que se desarrollan un conjunto de fenómenos y problemáticas sobre los que deberá intervenir profesionalmente. A nivel metodológico y vivencial, pues al recorrer la ciudad y la calle, por un lado, el/la estudiante y futuro/a profesional se ve interpelado/a en su condición de habitante-ciudadano/a-productor/a de espacio, que reflexiona e interactúa socio-espacialmente y, por otro, se pone en práctica el potencial pedagógico del caminar y recorrer la ciudad, facilitando el descubrimiento de otras realidades urbanas y la aplicación o contrastación de los conocimientos adquiridos en aula al respecto. En tal este sentido, el caminar reflexivo e interactivo por la ciudad deviene no una opción sino una condición para la práctica académica y profesional urbanística.


[1]Gehl, Jan, en Jan Gehl: “Una ciudad viva siempre está en construcción”, entrevista en El Pais semanal. 14 septiembre 2014 https://elpais.com/elpais/2016/09/14/eps/1473804328_147380.html

BIBLIOGRAFÍA

  • Careri, F. (2014). Walkscapes: el andar como práctica estética. Editorial Gustavo Gili.
  • Careri, F. (2016). Pasear, detenerse. Editorial Gustavo Gili.
  • Carmona, S. J., & Useros, A. (Eds.). (2016). El paseo de Jane: tejiendo redes a pie de calle. Modernito Books.
  • Colectivo FANZINEDERIVA, Palacios, P, Ospina, A., 2017. FANZINEDERIVA- La calle como fanzine.  En Mapear no es habitar. IV Encuentro Iberoamericano de Arte, Trabajo y Economía 2016 Editorial: FLACSO, Año: 2017, ISBN: 978-9978-67-481-9 pp 158-183 
  • Debord, Guy. (1958) Teoría De La Deriva (1958) Internacional situacionista, vol. I: La realización del arte, Madrid, Literatura Gris, 1999.
  • Gehl, Jan, en Jan Gehl: “Una ciudad viva siempre está en construcción”, entrevista en El Pais semanal. 14 septiembre 2014 https://elpais.com/elpais/2016/09/14/eps/1473804328_147380.html
  • Jacobs, J., & Abad, Á. (1973). Muerte y vida de las grandes ciudades. Madrid: Península. 
  • Torrecilla P., Elia (2016) “Un desplazamiento virtual y visual al espacio híbrido a través de la figura del flaneur” AusArt 4(1): pp-pp.165-174 DOI: 10.1387/ausart.16696 

Bitácora:

urbanos1p1.wordpress.com/blog/

https://uceedu-my.sharepoint.com/:p:/g/personal/pcpalacios_uce_edu_ec/EQ5XduLaq01Pm-eYUxU6DeMBQ1Ej3ov5znTtuD4uowGqHw?e=8KbeBp

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Andrés Cevallos

Estudiantes que transformarán su territorio: preguntas para proyectos urbanos

“¿Por qué no aprovechar la experiencia que tienen los alumnos de vivir en áreas de la ciudad descuidadas por el poder público para discutir, por ejemplo, la contaminación de los arroyos y riachuelos y los bajos niveles de bienestar de las poblaciones, la basura y los riesgos que ofrecen a la salud de la gente? ¿Por qué no hay basura en el corazón de los barrios ricos y los puramente mejorados de los centros urbanos?… ¿Por qué no establecer una “intimidad” entre los saberes curriculares fundamentales a los alumnos y la experiencia social?”

Paulo Freire, 2011

Cada ciclo empieza y termina con preguntas. Hasta ahora he entendido que hacerse las preguntas correctas como docente es mucho más difícil que construir ideas. En esa exploración continua he acudido a Paulo Freire, que entre líneas expone cómo la duda es la energía central de la investigación en la pedagogía crítica, y que la educación puede estructurarse para enseñar a investigar y crear como mecanismos de construcción del conocimiento.

¿Será que dudar es un arte que debe aprenderse? ¿Será que tener preguntas es una vía para la educación crítica? De hecho, la pregunta que me hice al pisar por primera vez un aula como docente fue qué es lo que debo enseñar, y ésta pregunta es recurrente en cada asignatura que he tenido la oportunidad de impartir. Quiero mostrar en los siguientes párrafos que esta pregunta es una indagación vocacional sobre los fundamentos detrás de cada sílabo.

Claramente, como docente de urbanismo nunca tendré todas las respuestas que los estudiantes necesiten, ni conozco cómo será el mundo que les depara allá afuera cuando deban interpretar y proyectar una idea urbana. Quizás ese ya es un punto de partida: aceptar que el mundo seguirá cambiando y que los estudiantes deberían aprender a ser sujetos activos de ese cambio. Pero ¿cómo ser activos en las transformaciones del territorio si lo que aprendemos caduca el día siguiente de la graduación? Parece entonces que es más útil enseñar a construir conocimiento y a ser críticos, así sembrando la semilla de la autonomía de pensamiento como la vía pedagógica para un futuro incierto. 

En su obra “Pedagogía da Autonomía”, Freire declara que el docente necesita formarse en un saber fundamental para la práctica educativa crítica: que el estudiante debe asumirse desde el principio como un sujeto de la producción del conocimiento, no como un objeto formado por el docente. (Freire, 2011). En esta relación de dos sujetos, el docente aprende mientras enseña, y el estudiante enseña mientras aprende. Sugiere además Freire, que es necesario considerar el entorno y saberes ya adquiridos en la experiencia del estudiante.

En la búsqueda de una pedagogía crítica para el primer nivel de Proyectos Urbanos, escenario inicial en que se trabaja el aprendizaje sobre la ciudad y el espacio colectivo, se ha formulado en forma preliminar la pregunta:

  • ¿Qué puedo aprender de los lugares en los que habita cada estudiante mientras enseño las posibles formas de transformarlos?

Pero esta pregunta, así formulada, supone solamente una curiosidad académica personal, por el sólo acto de recopilar colectivamente información de varios territorios mediante tareas a cada estudiante, intercambiada por las experiencias profesionales y conceptos. Un simple intercambio de información (como el que supone esta primera versión de la pregunta) no resuelve el problema del aprendizaje en una asignatura y en una carrera que tienen como piedra angular la creatividad y como principal sujeto el estudiante, no la información que se transmite. La vía que sugiere Paulo Freire para alejarse de este comportamiento transaccional es la educación crítica. ¿No debería de hecho ser el objetivo principal del docente la práctica educativa crítica? 

Aun cuando sea necesario una impartición de contenidos teóricos preliminares, de nada sirven éstos para el aprendizaje de proyectos urbanos si no son correspondidos con dudas, cuestionamientos, curiosidad y rebeldía (como sugiere Freire en la obra mencionada) por parte de ambos sujetos ante la experiencia (y a veces la precaria realidad) de vivir en distintos tipos de territorios.

Está claro que solamente hacerse las preguntas correctas ya es una tarea difícil, y responderlas parece todavía inalcanzable. Aun así, vale la pena arriesgarse a mejorar la pregunta.

  • ¿Cómo establecer condiciones pedagógicas para despertar la curiosidad y creatividad de cada estudiante sobre su propio territorio y sus saberes para así construir juntos el conocimiento y pertinencia social de los conceptos de proyectos urbanos?

Por lo menos en esta versión de la pregunta, ya se hace necesario considerar que cada estudiante tiene un acervo propio de conocimiento y cultura mediante el cual intenta decodificar el entorno que le rodea, como una práctica natural de cualquier ser humano. El trabajo titánico de conocer cada realidad y nivel de destreza técnica de los estudiantes se reduce considerablemente si se entiende además que no es necesario categorizar al grupo por capacidades, sino orientarlos para cuestionar y construir los conceptos desde sus propias realidades.

Es pertinente entonces cuestionarse en proyectos urbanos si los usos y las actividades observables en un sector del territorio son explicables solamente por las definiciones de manual, o si el ideal de espacio público definido en la legislación nacional es satisfactorio en la experiencia de cada sujeto del aprendizaje. Considero que esta energía inicial o potencial de cuestionamientos, dudas y curiosidades, debe ser tan grande en cada estudiante que la necesidad de entender los factores de esos problemas espaciales y solucionarlos brote casi naturalmente como un paso siguiente.

En el ciclo 2020 – 2021 y gracias al continuo debate entre los tres docentes que conformamos la asignatura de Proyectos Urbanos 1, entendimos por ejemplo cómo la experiencia y el contexto de cada estudiante le puede aportar suficientes hechos para desarrollar preguntas y dudas que sean discutidas colectivamente. Exigir de cada estudiante su opinión sobre el estado de las cosas en una porción del territorio en la que ha tenido experiencias, y cuestionarse sobre un discurso o definición al respecto, parece ser una forma de enseñar a pensar correctamente.

No debería resultar inédito que enseñar en una carrera que exige creatividad se privilegie la autonomía, y tampoco debería esto interpretarse como un abandono al estudiante. De hecho, exige que nos reinventemos como arquitectos urbanistas en cada semestre, pero sobre todo como docentes que enseñan lo que en el fondo todo docente debe.

Posiblemente se pueda algún día tener la pregunta perfecta como educador, pero parece que cualquier versión debería tener al menos una forma como la siguiente:

  • ¿Cómo enseñar a pensar correctamente?

Sobre esto, Paulo Freire advierte que debemos aprender, tanto docentes como estudiantes, a gestionar nuestras certezas, que nunca una certeza sea absoluta es “una de las condiciones necesarias para pensar correctamente” (Freire, 2011). Es aquí donde la educación es una experiencia de investigación.

Por lo dicho, los objetivos de aprendizaje en el sílabo expresan mejor el componente crítico que los propios contenidos, lo que en cierto sentido ofrece libertad a cada docente. No obstante, los contenidos impartidos sin propósito son solamente información. Es otro conjunto de preguntas el que debe imprimir a los contenidos un valor pedagógico para que los estudiantes descubran que son, de diferentes maneras, actores sociales de las transformaciones del territorio.

Por ejemplo:

  • ¿para qué identificar elementos esenciales en el tejido espacial? ¿bajo la perspectiva de quién se determina su calidad y valor?
  • ¿qué significado y pertinencia social tienen las definiciones de lote, edificio y vías en un sector específico del territorio?
  • ¿es suficiente describir el estado de los usos en un sector de la ciudad sin saber explicar su origen y prever su impacto?
  • ¿qué valor tiene la expresión gráfica y las herramientas técnicas de representación en el estudio crítico de una porción de territorio que hace un estudiante?

Las preguntas nunca terminan. De hecho, parece que la educación crítica es una estructura fractal, donde hasta los instrumentos y las actividades deben también ser cuestionadas con mirada investigativa de ambos sujetos. Esto adiciona esfuerzos a la tarea, pero posiblemente la solución a un esfuerzo que parece sobredimensionado es la integración directa entre herramientas técnicas, curiosidad y criticidad sobre lo que se va descubriendo con ellas, y creatividad para aplicarlas ante nuevas situaciones. Es simplemente aprender herramientas utilizándolas.

Es obligatorio prever qué tan útil será, por ejemplo, la representación cartográfica de una realidad socio espacial para entenderla, y cómo una transformación de esa realidad puede ser expresada con claridad. Cada docente de proyectos urbanos debe disponer de un amplio espectro de metodologías de trabajo y de estudio, dentro de las cuales existan diferentes formas de expresión asisten al estudiante en la construcción de un conocimiento sobre la ciudad. Esto, en sí mismo, puede ser una experiencia estética que puede reflejar la evolución de saberes de un grupo y de un individuo.

Pero en todo lo dicho, se esconde una verdad que puede resultar incómoda en las discusiones entre colegas: la educación no está despojada de ideas políticas y visiones sociales. ¿Acaso la misma idea de transformación y “mejoramiento” de un sector de la ciudad no implica aclarar en qué términos? No resulta extraño que los grandes emprendimientos comerciales que transforman la ciudad posean un enorme conocimiento sobre cómo funcionan sus dinámicas, porque de ese conocimiento depende sus proyecciones de rentabilidad. Pero ¿por qué no resulta controversial que el conocimiento en ciertas instituciones de educación superior se incline a la maximización de la renta urbana como una razón de la transformación espacial de la ciudad? No tiene sentido que exista polémica por una educación crítica que se atreva a apuntar al mejoramiento de las condiciones espaciales de vida de la colectividad por sobre la reproducción de formatos mercantilistas. En ambas posturas se necesita producción de conocimiento, pero solamente en una se busca la autonomía intelectual de los estudiantes.

Solamente unos estudiantes críticos y creativos serán verdaderos productores de conocimiento para mejorar la calidad de vida de la gente en la ciudad y tomar decisiones políticas responsables cuando tengan la oportunidad.

Por otro lado, los estudiantes con amplias destrezas técnicas, pero sin criticidad carecerán de autonomía intelectual. Tampoco sentirán incomodidad cuando el político de turno los llame “el técnico” para depositar sobre ellos la obligación de sustentar ante la ciudadanía las decisiones que ya fueron tomadas por gente que nunca han visto.

Inevitablemente, una asignatura como proyectos urbanos exige, aunque nuestro impulso como docente sea resistirse, una postura sobre a dónde deben apuntar las transformaciones del territorio. En mi caso, considero que la educación pública debe apuntar al mejoramiento de las condiciones de vida de la colectividad, el bien común por sobre la rentabilidad del suelo. Inclusive para posturas políticas diferentes, será saludable un estudiante con autonomía que sepa:

  • cuestionar los discursos de quienes transforman la ciudad y si en realidad éstos solucionan los problemas que dicen resolver
  • disponer de herramientas y expresividad para poder descubrir y explicar cómo funcionan los fenómenos en el espacio de la ciudad
  • saber transformar creativamente los espacios con una calidad formal y técnica incuestionable.

Un ciudadano que sabe producir críticamente conocimiento a partir de los saberes adquiridos año tras año posiblemente puede contribuir a la sociedad mejor que lo que haría un simple consumidor u operario de intereses poco transparentes. ¿representa un estudiante así una amenaza a la sociedad?

Para concluir, quisiera mostrar mediante imágenes, ciertos reflejos de criticidad y creatividad usados por algunos estudiantes. Aunque merece la pena conocer el proceso de cada estudiante del ciclo 2020-2021, bastan solamente ciertas muestras para ilustrar lo dicho. Pero antes, es importante anticipar el universo de ciudadanos con el que he tenido el honor de aprender y a quienes he procurado enseñar a pensar críticamente. La figura 1 muestra indirectamente la diversidad de saberes, potencialidades y situaciones que los diferentes entornos de cada estudiante pueden revelar.

FIGURA 1. Domicilio de los estudiantes de los paralelos 1 y 2 durante la pandemia. (Elaborado por Andrés Cevallos y Fernando Puente)

En la figura 2, una estudiante descubre mediante el mapeo de hechos reportados en el chat comunitario del barrio “Sin Nombre” en el entorno de la Autopista Rumiñahui en Quito, que el grupo de vecinos tiene una plena conciencia de los lugares y los peligros que les preocupan. No obstante, en la cartografía la estudiante puede asociar ciertas condiciones espaciales a estos hechos. Por otro lado, en la figura 3 otra estudiante refleja desde su experiencia individual lo que significan las fotografías que ha presentado en su primer ensayo de recorrido del sitio.

FIGURA 2. La estudiante Daniela Pachacama descubre en la relectura de un chat comunitario que existen patrones en el registro de hechos delictivos en un período de 5 semanas.
FIGURA 3. La estudiante Camila Marroquín utiliza la fotografía en blanco negro mientras intenta en el primer ejercicio de percepción del sitio, reflejar lo que por experiencia conoce.

Pero ¿qué realidades podemos descubrir en la representación cartográfica? Otro estudiante entiende que su vecindario está en un barrio que sufre un proceso de transformación, de agrícola a urbano aún cuando no existan ya demasiadas huellas a simple vista. La forma del parcelario le revela una fragmentación que le resulta extraña en un principio, pero que cobra sentido al observar una carencia de trazado correspondiente con un barrio urbano. (Fig. 4)

FIGURA 4. Cristian Baque, El estudiante Cristian Baque consigue, mediante la cartografía, cómo el proceso de urbanización va dejando vacíos en la habitabilidad colectiva del barrio El Arenal en Tumbaco. Además, utiliza la cartografía del parcelario cómo la lógica del fraccionamiento familiar es el mecanismo que está urbanizando el espacio rural y forzando la actividad agrícola al retroceso gradual.

Pero el mismo estudiante debe plantearse también qué dirección podría tomar este barrio sin una visión, y comprende mediante más procesos de observación y crítica que el barrio puede contener características propias que le den una identidad, que no necesariamente es ajena al orden. Vive en un lugar que es al mismo tiempo campo y ciudad. (fig. 5)

Cristian Baque, al identificar tipos arquitectónicos y ubicarlos en el mapa, ya puede asociar formas de producción de vivienda a las transformaciones económicas y geométricas del trazado de la propiedad del suelo rural periférico. 
FIGURA 5. Cristian Baque acoge los procesos de transformación que identificó pero intenta orientarlos en su propuesta hacia un tejido barrial más funcional a la vida colectiva, en un esfuerzo por revertir el aislamiento de familias y propiedades que las actuales formas de fragmentación están provocando desde su perspectiva.

Aunque sus principales variables de trabajo son el diseño del espacio público y las futuras tipologías de ocupación, ha entendido que por sí solas éstas no pueden responder a necesidades colectivas sin relacionarse con los propios hábitos y formas de producción de un lugar. El autor de esta propuesta ha imaginado cómo debería ser su entorno si siguiera principios de calidad en la accesibilidad y cómo nuevas condiciones espaciales de uso colectivo pueden mejorar el encuentro en un barrio que por ahora es solamente una suma aislada de intereses particulares desconectados. En su propuesta, muestra que la obra pública vial, de espacio público, también debe hacerse presente en sitios en transición rural – urbano, pero aun así la planificación y el diseño guiado por los poderes públicos no ha llegado. En el futuro, ojalá pueda también criticar este sector del territorio como el resultado de fuerzas y condiciones geográficas en una escala más amplia. Aun así, cabe preguntarse si desde este primer ejercicio Cristian ha logrado entender que el bien común y el derecho privado pueden ir en direcciones contrarias, y que necesitan de sus conocimientos para poder dialogar.

Bibliografía

Freire P. (2011) Pedagogía da autonomía: saberes necessários à prática educativa. Sao Paulo: Paz e Terra

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Diego Hurtado Vásquez

La formación de los arquitectos ante las nuevas realidades

Hace poco más de un siglo, la ciudad tradicional entra en crisis, debido especialmente a su incompatibilidad con el modelo industrial que para esas fechas había tenido un gran despegue. También ya se había inventado el automóvil y las calles tradicionales no estaban preparadas para ello. Es por esto que se abre las puertas para que muchos pensadores (Le Corbusier, 1971), (Gropius, 1977), propongan un nuevo modelo de ciudad, apoyándose además en que ya se había desarrollado la tecnología que facilitaría ese cambio (pórticos de hormigón armado y hierro, el invento de los elevadores, los automotores y el disponer de un combustible barato, el petróleo) y de ciertos acontecimientos históricos (pandemia de la gripe española y segunda guerra mundial). 

De esa manera entra con fuerza la modernidad, y sus postulados reflejados en los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) van a ser los que dicten las nuevas reglas en la arquitectura y el urbanismo, y con ello cambia definitivamente la forma de hacer ciudades.  Esto además cambia la forma de enseñar arquitectura y la disciplina recoge estos postulados en todas partes del mundo (la arquitectura internacional). 

Si bien desde mediado del siglo XX hay muchos cuestionamientos al modelo urbano y arquitectónico de la modernidad -resolvió ciertos problemas pero creó otros(Jacobs, 1973), (Alexander, Ishikawa, & Silverstein, 1980), (Gehl, 2006)(Lefebvre, 1978)- las facultades y carreras de arquitectura aparentemente no han modificado la forma de impartir conocimiento y siguen reproduciendo el mismo modelo con pocos cambios, siendo que incluso en algunos casos, han perdido muchos aspectos positivos de la modernidad, y se han enfocado en la rentabilidad (Harvey, 2013),más que en una arquitectura de servicio social y sostenible. 

En la actualidad nos encontramos en una situación análoga a la de hace cien años, en donde el modelo actual de urbanización y la arquitectura que está en boga ha entrado en crisis con las condiciones actuales del planeta -cambio climático (Climaterra, 2021 )(OXFAM, 2020)(Watts, 2021), pico de petróleo  (Heinberg, 2010)(Turiel, 2020 ), aumento de la desigualdad social(OXFAM, 2021 )(Martínez Alier, 2008)(Wacquant, 2007), crecimiento urbano (WWF, 2020), pérdida de la biodiversidad(Dasgupta, 2021)(World Economic Forum, 2020)(WWF, 2020)- por lo que se considera que no es sostenible. 

Así mismo existe mucho pensamiento de por donde debería cambiar la forma de las ciudades -ciudades compactas, mixtas, a escala humana, caminable, conectada, con densidades sostenibles (Gehl, 2014)(Rogers, 2006)(Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, 2008)(ITDP, 2017)- así como la vida urbana -economía circular, volver a lo local, cooperativismo, soluciones basadas en la naturaleza, permacultura (Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, 2011)(Girardet, 1992), (Rogers, 2006), (Raworth, 2012), (Ostrom, 2000)(Holmgren, 2007), (Hopkins, 2008), (Mollison, 2004). 

La forma de la ciudad la hace su arquitectura y a la vez la arquitectura es una consecuencia de la forma y la vida urbana. El impacto ambiental de la arquitectura y de la urbanización tiene relación directa con los materiales utilizados (si dependen de procesos industriales y son conseguidos a grandes distancias), la forma y el diseño de la edificación (si logran un ahorro energético o no) y cómo las edificaciones (la arquitectura y los materiales) tienen consecuencias sobre el clima urbano (islas de calor, permeabilidad de suelos, verde urbano,  espacios confortables). 

También la industrialización de la arquitectura y el sistema constructivo dominante (hormigón armado, acero, vidrio) tiene grandes consecuencias en la biodiversidad (extracción de recursos naturales y minería), el consumo energético (procesos industriales y transporte desde grandes distancias), y la consecuente contaminación ambiental y el cambio climático. Es por todo esto necesario cambiar nuestros sistemas constructivos heredados de la modernidad por otros que sean amigables y que reduzcan su impacto ambiental, que conlleven una descarbonización desde su producción, durante la construcción y durante la vida  de las edificaciones. 

Algunas ideas y tendencias de por donde podrían ir estos cambios que aporten a lograr el objetivo de la sostenibilidad van desde el retomar técnicas ancestrales mejoradas, hasta innovaciones de última tecnología. Muchos son criterios atemporales como por ejemplo el que la arquitectura y las edificaciones deben responder a criterios de ahorro energético y a la captación de energía solar, captación de luz natural en todas las habitaciones durante el día, captación de vientos, brisas del entorno, sombra de árboles y enfriadores naturales, de tal manera de depender en lo menos posible de calefacción y/o aire acondicionado artificial. Las antiguas ciudades nos dan buenos ejemplos de adaptación de la arquitectura y el urbanismo al clima. La captación de la energía solar pasiva debe ser la primera prioridad en el diseño de viviendas, oficinas, talleres, aulas y espacios construidos y tender al diseño bioclimático (Wright, 1983). 

Así mismo, se debería aprovechar lo existente evitando las demoliciones para emprender obra nueva (Rosero, 2017), reutilizar y reciclar espacios y materiales, uno de los mejores referentes en esta área (Lacaton & Vassal) acaban de ganar el premio Pritzker 2021 (Delaqua, 2021). Está también en esta línea la adaptabilidad y flexibilidad de la arquitectura para diferentes usos y funciones (Otto et alt., 1979), (Habraken et alt., 1979); espacios que pueden adaptarse y ser polifuncionales a partir de cambios simples en mobiliario o sistemas plegables y movibles. 

Uno de los cambios que ha introducido la pandemia del COVID 19 en nuestros hábitos cotidianos, es el del teletrabajo y la necesidad de adaptar diferentes espacios domésticos a diversas funciones. El teletrabajo parece que llegó para quedarse definitivamente y las nuevas formas de trabajar posiblemente serán algo mixto entre presencial y virtual.  Muchos de los espacios actualmente destinados para oficinas dejarán de ser demandados por el mercado y algunos ya no serán necesarios, quedarán sobrando, lo cual es una oportunidad para transformarlos en espacios habitacionales -viviendas de diferentes tipologías- y/o adaptarlos para otros usos que faciliten el desarrollo de la comunidad, lo cual también facilitaría el que mayor cantidad de gente se acerque a vivir en zonas centrales. El coworking también es un ejemplo que ya viene desde hace algunos años, en donde la necesidad de oficinas privadas se ha reducido.  Un ejemplo histórico de esta adaptación y reutilización de espacios ha sido la de antiguas fábricas abandonadas en la zona de Manhattan en el sector del Soho en Nueva York y que fueron adaptadas para viviendas, dando como resultado una nueva tipología arquitectónica conocida como loft (Dossier de arquitectura, 2021)

Otra línea que tiene que ser desarrollada con fuerza es la de la producción de nuevas tecnologías e innovación con materiales locales y naturales. Hay que retomar con fuerza la arquitectura en tierra (existen muchas técnicas mejoradas) (Bardou & Varoujan, 1979), (Fathy, 1982),(Ciutad, 2021)así como la producida con fibras naturales (totora, cáñamo, hojas de árboles, pajas), madera y bambú.  En esto hay mucho que investigar todavía y su importancia radica en que, al ser materiales naturales, no son producto de procesos industriales y por lo tanto conllevan un ahorro energético a lo que hay que sumar el ahorrado en transporte, ya que, por ser material de la cercanía, de la localidad, podría inclusive extraerse en el mismo sitio.  

Bajo estos criterios existen inclusive algunas investigaciones basadas en la biomímesis y en las soluciones basadas en la naturaleza (Sierra Hernando & Nelly, 2014). Está también la innovación para facilitar sistemas de autoconstrucción (Allen (Ed.), 1978), construcciones realizadas en mingacon la gente del barrio o realizadas de manera cooperativa (Van Lengen, 1991)e inclusive la de la impresión en 3 dimensiones aplicada a la arquitectura. 

Estos ejemplos se enmarcan en lo que se conoce como economía circular, el aprovechamiento de lo existente, reutilizar, reciclar y reducir el consumo y la extracción de nuevos recursos y también la reducción de desechos y contaminantes.  

Conclusión

Se debe tener como objetivo que la educación en general y la educación superior en particular debe estar encaminada a lograr revertir las condiciones catastróficas en la que nos encontramos, para dar paso a un aprendizaje en el cual el objetivo común deba ser la sostenibilidad de la vida en el planeta y para ello la referencia deberían ser los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). 

Las investigaciones y la educación deben estar encaminadas hacia el cumplimiento de los ODS, seguida por acciones inmediatas incluyendo cambios en el pénsum universitario, los contenidos de las carreras y la práctica profesional.

En el caso de las universidades este cambio podría empezar por casa, transformando no solo el modelo de enseñanza sino la forma actual de muchos campus universitarios (en especial de las universidades públicas), convirtiéndolos en barrios mixtos y compactos con densidades sostenibles y con un metabolismo circular. El campus de una universidad pública, al ser un territorio que cumple una función pública, no entraría en el juego especulativo de agentes inmobiliarios e intereses privados, por lo tanto, se convierte en una oportunidad ideal para aplicar a su interior propuestas que lleven a generar indicadores de vida urbana sostenible, de prosperidad, equidad y determinar objetivamente el valor de uso por la calidad de los espacios, usos y servicios que tiene a su disposición. Por lo tanto, se convertiría en sí en un gran laboratorio urbano en el cual, a partir de metas a cumplir en el tiempo (ODS), se pueda medir y observar lo que pasa con cada una de estas acciones que se han tomado.  Esto permitiría tener a disposición de la comunidad resultados objetivos, herramientas, indicadores, innovaciones, tecnologías, que podrían ser replicados, permitiendo que, desde cada localidad, desde cada barrio, la ciudadanía organizada esté trabajando por lograr una vida urbana sostenible. 

La actual pandemia nos ha puesto en un escenario al que no estábamos preparados, el cual debería ser tomado tan sólo como una alerta a lo que estaría por venir si no realizamos cambios urgentes.  Estos cambios urgentes deben darse con fuerza en los centros de enseñanza superior y, por lo tanto, la formación de los arquitectos, economistas, urbanistas, ingenieros, diseñadores, agricultores, geógrafos, biólogos, sociólogos, médicos -entre otras ciencias y disciplinas- deben acoplarse a estos nuevos requerimientos.   De lo contrario, no habrá futuro.

Ilustración1: grupo de estudiantes y maestros al terminar el VI Simposio Internacional SIBGUADUA realizado en Quito en octubre del 2019

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Patricia Palacios

Hacia la reapropiación del espacio público

Nociones sobre el espacio público

Una primera y espontánea aproximación a lo que es el espacio público, hace que pensemos en aquellos de carácter material, abiertos, de fácil reconocimiento visual y acceso masivo relativamente libre. Así nos encontramos con una primera tipología física: calles, plazas, arquitectura monumental, parques, estadios, escalinatas, fuentes de agua, puentes, etc. Estos tipos materiales de espacios públicos, varían de acuerdo a las necesidades y posibilidades de cada sociedad, cultura, momento y al respectivo entorno físico-ambiental en el que se asientan. 

De igual forma, es posible establecer con relativa facilidad los usos más frecuentes del espacio público: encuentro, intercambio, esparcimiento, contemplación, comunidad, interacción, tránsito vehicular o humano, parqueo, comercio, turismo, desfiles, eventos festivos, movilización social, procesiones religiosas, etc. Estos usos muchas veces se corresponden con las funciones para las que se planificaron los espacios públicos, entre otras: centralidad, organización, identidad, conectividad o articulación, circulación, control, distensión, reunión ciudadana, en todo caso, una función social.  De lo anterior se colige que también las funciones de dichos espacios varían de acuerdo a la sociedad, cultura y al momento histórico-político. Por ejemplo, la plaza que antes fue el centro de la vida ciudadana de un determinado lugar, en otro momento se convierte en área comercial, en vitrina para el turista, en parqueadero, cancha, es cercada o ya no se usa. A veces, al cambio físico y de función del espacio público le acompaña inclusive un cambio de nombre. 

Por tanto, se diría que la sustancia del espacio público va más allá de su materialidad, implica dinamismo, temporalidad, transformación, simbolismo, etc. y que su característica principal se refiere al cómo se produce[1]y se lo usa, al impacto que ejerce y al sentido que cobra para una determinada sociedad, todo lo cual requiere ser tomado en cuenta al momento de intentar crear un nuevo espacio público o intervenir en el ya existente. 

Entre las problemáticas relacionadas con el espacio público destacamos, que es allí donde se expresan contradicciones sociales y políticas pues, por un lado, se lo asume como espacio de fácil acceso y apropiación democrática e igualitaria, espacio de encuentro y libertad, espacio de construcción o reafirmación identitaria y cultural, aunque también se lo asume como espacio neutro, favorable al anonimato, a la distensión y mediación, para finalmente considerarlo como el espacio de todos y a la vez de nadie, con las consecuentes implicaciones materiales, culturales y políticas de dicha consideración.  

Por otro lado, se reconoce que el espacio público es donde se evidencia y reproduce el conflicto, la violencia, la segregación, la inseguridad y el miedo. Es un espacio de control y aunque está regido por el estado local o nacional, es un espacio de tradicional apropiación por parte de sectores de poder como el propio estado, desarrolladores urbanos, sector automotor, comerciantes, etc. Es mas difícil y compleja la apropiación del espacio público, diferente a la de carácter festivo o deportivo, por parte de otros sectores como son las organizaciones ciudadanas o sociales como los sin techo, ocupas, ambientalistas, minorías. La presión por transformar el espacio público en mercancía es factor determinante de su producción o de su paulatina desaparición. En todo caso, el espacio público es donde se expresa y/o camufla la convivencia ciudadana, es el espacio cívico, esencialmente político, en permanente disputa de sentidos.

Otra situación palpable en la mayoría de nuestras ciudades es la crisis general del espacio público por insuficiente o deteriorado y, por la deficiente función social que cumple debido no sólo al poco interés o al mal manejo técnico-político del mismo por parte de sus encargados, sino inclusive, a causas originadas a nivel ciudadano.  Es común que la ciudadanía de a pie, más allá de ejercer su derecho a usar y disfrutar del espacio público, pocas veces asume el deber de cuidarlo, mantenerlo o mejorarlo. Es más, lo subvalora, maltrata, descuida y abusa de él. 

En todo caso, nunca como hoy y a nivel global, han surgido corrientes de reapropiación, intervención y reinvención del espacio público, desde sus dimensiones más políticas, por masivas y contestatarias[2], pero también como propuestas estéticas, simbólicas y socio-culturales, que evidencian que lo que realmente está en juego es la necesidad y permanente producción-apropiación social del espacio público, como un derecho y ejercicio de ciudadanía en estricto sentido. En este contexto in-surge también la noción de espacio público como bien común[3]con potencialidades contestatarias a ser desarrolladas en el proceso mismo de re-apropiación. 

Entre la intervención y la re-apropiación del espacio público

Si el espacio en general, llámese ciudad, territorio, espacio público, etc. es una construcción social, se asume que los actores intervinientes son múltiples. De hecho, actores diversos ya lo han asumido y producido desde sus diferentes circunstancias, como lo ilustra la siguiente Declaración Política del Foro Social Urbano Alternativo y Popular (2014, Medellín-Colombia) bajo la consigna ¡Construyamos ciudades para la vida digna!, que dice: Convocamos a todas y todos a disputar el territorio urbano que nos merecemos, a empezar ahora mismo la realización de un proyecto de ciudad fundamentado en la redistribución de la riqueza, los derechos humanos, medioambientales y de los bienes comunes, y la responsabilidad de los habitantes de ser constructores y gobernadores reconocidos de los territorios, no meros clientes–usuarios. Adicionalmente, tal declaración demuestra la capacidad politizadora de actores y procesos que genera el espacio y constata fehacientemente que es el derecho a la ciudad el que está en disputa. 

Sin embargo, dado el ámbito universitario para el que escribimos, aquí nos referiremos a lo que como profesionales, técnicos/as, docentes, alumnos/as, habitantes y, sobre todo, ciudadanos/as podemos hacer respecto al espacio público.

Resulta fundamental reconocer que históricamente, en la enseñanza de la arquitectura y el urbanismo, se ha dado poco tratamiento al espacio público, quizá porque se lo asumía como el espacio “no construido” o como el que difícilmente podríamos llegar a construir si no se está inmerso en la institucionalidad tradicionalmente encargada de hacerlo, o si no se trabaja para quienes tienen el poder de incidir en él.  El hecho es que se ha constatado escaso interés, comprensión y debate en torno al impacto social y cultural, material, psicológico y político de las intervenciones físicas, arquitectónicas y urbanísticas, por parte de este sector, lo que a la postre ha marcado la imagen y calidad del espacio público y el consecuente déficit técnico y estético del mismo. Inclusive en la producción arquitectónica individual, se nota muy poco manejo del entorno circundante de tal o cual obra u objeto construido. Con frecuencia edificaciones contiguas son tan dispares visualmente que en lugar de fomentar entendimientos o congruencias, agreden. En todo caso justo es reconocer que la mayor parte del parque habitacional ecuatoriano es producido sin intervención profesional ni observando la normativa correspondiente. 

También es preciso reconocer que este es un momento que no solo nos exige nuevas actitudes y capacidades, sino que nos brinda oportunidades de intervención en el espacio público. En tal sentido, se vuelve indispensable el auto y mutuo reconocimiento de la condición ciudadana, es decir, de los deberes y derechos que le asisten tanto al sujeto como al colectivo social involucrado.  Y, de manera complementaria, se requiere el logro de consensos entre los actores-constructores del espacio público, especialmente los afectados directamente por ello y así evitar o minimizar resistencias a la intervención.

Desde un plano más técnico, se requiere identificar problemas y puntos críticos del espacio público, al igual que aquellos generadores de cohesión social, especialmente los creados espontáneamente por el colectivo social, con el objeto ulterior de potenciarlos. Las propuestas que se desarrollen requieren abordar múltiples dimensiones como son la físico-territorial, social, económica, política y cultural del espacio público, sin dejar de lado la percepción y experiencia ciudadana al respecto. 

Tales propuestas y diseños, así como el proceso de implementación de la obra, requieren la aplicación de métodos y técnicas multidisciplinarias y sobre todo participativas, no solo para evitar posibles resistencias, sino porque a través de ellas se generan dinámicas de entendimiento entre actores y de apropiación tanto del proceso como del producto final, con lo cual se garantiza una consecuente y satisfactoria producción social del espacio, una potencial redistribución social de los beneficios que el espacio público conlleva  y el fortalecimiento de ciudadanías. La universidad tiene un rol fundamental en ello.

En nuestro contexto es de absoluta necesidad el recuperar formas ancestrales y comunitarias de uso, ocupación, apropiación y gestión del espacio público e inclusive sus formas de implantación en el territorio, no necesariamente para reproducirlas en la actualidad, sino para que una vez conocidas sus connotaciones y potencialidades, aplicarlas a la construcción de espacios públicos contemporáneos generadores de igualdad e identidad.  La propiedad y gestión comunal del espacio que aún persiste y resiste en nuestro territorio urbano y rural, es contestataria frente el monopolio, a la apropiación privada y al despojo de tierras, viviendas, espacio público y bienes comunes que experimentamos en nuestras ciudades,  a la vez que es fuente de inspiración de las corrientes ciudadanas empeñadas en hacer prevalecer el valor de uso frente al valor de cambio del territorio en general. 

Las alternativas no son nuevas ni escasas. En varias ciudades del mundo se ha intentado cristalizar en el espacio concreto los objetivos políticos de cambio, democratización, redistribución e inclusión. Se diseñan espacios para el diálogo o ágoras, se modelan ciudades educadoras con múltiples objetos y espacios interactivos, se producen acuerdos de ocupación de espacios baldíos para la agricultura urbana de subsistencia. Se crean ambientes inclusivos y se eliminan obstáculos en los espacios públicos para promover el uso y apropiación de los mismos por parte de personas con discapacidad. Se generan ciudades seguras o amigables para poblaciones en riesgo. Se reciclan los espacios y los materiales desde una perspectiva ambientalista y comunitaria. Se aplican incentivos a quienes cuidan y mejoran el espacio público. Se planifica el territorio para la igualdad. Se re-crean y re-inventan espacios desde perspectivas artísticas o desde aquellas simple y/o profundamente ciudadanas.

En conclusión, el horizonte de posibilidades de construcción y reapropiación del espacio público es infinito. El carácter de la intervención trasciende la materialidad del espacio y el diseño, y siempre es más político que técnico. Sin embargo, lo precioso o delicado de lo que está en juego en el espacio público, exige de los profesionales mayor rigurosidad técnica, calidad estética, sensibilidad social y compromiso político, es decir, un tratamiento multidimensional, multidisciplinario y necesariamente apegado al interés social.


[1]Entre los principales autores y textos que debaten y desarrollan conceptos en torno a la producción social del espacio se encuentra: Lefevre, H. (2013).La Producción del Espacio. Madrid. Capitán Swing Libros, Colección Ensayo, 2da. Edición. ISBN: 978-84-941690-5-2. 

[2]Uso político de espacios públicos como calles y plazas en ciudades del Ecuador y de todo el mundo. Ocupación de plazas en España por el movimiento de Indignados 15-M (2011), Occupy Wall Street, Nueva York-USA (2011), plaza Sintagma en Atenas-Grecia (2011), parque Taksim Gezi en Estambul-Turquía (2013), entre las mas renombradas del último lustro.

[3]  Debates y aproximaciones conceptuales en este sentido son propuestas, por ejemplo, en el texto de: Subirats, J. (s,f) Explorando el espacio público como bien común. IGOP-Universidad Autónoma de Barcelona. Recuperado de: http://igop.uab.cat/wp-content/uploads/2014/04/Explorando-el-espacio-público-como-bien-común.pdf &nbsp;